HISTORIA DEL DISTRITO 2 - Cato y Clove

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Cato

Segunda y última noche en el tren.

Necesitaba descansar para las presentaciones y entrevistas de mañana, tiene que salir todo perfecto, sin embargo no puedo conciliar el sueño, de nuevo la habitación parece fría y poco acogedora.

Ruedo en el colchón e intento dormirme seguidas veces, ninguna con resultado.

Me incorporo y apoyo la espalda en el cabecero de la cama esperando que Clove viniera a mi habitación como anoche. No quiero estar solo, necesito compañía, la necesito a ella entre mis brazos haciéndome creer que estamos en casa.

Espero y espero, pero Clove no aparece.

Escucho pasos fuera y rápido me tumbo y me hago el dormido, no quería parecer desesperado cuando Clove apareciera en mi habitación.

Los pasos se acercan a mi puerta, pero no se detienen allí. Escucho como pasa de largo y me levanto de la cama con intención de ir tras ella.

Salgo de mi habitación. El tren está únicamente iluminado por pequeñas luces amarillas con las que apenas se puede ver nada, así que me cuesta unos segundos distinguir a Clove de los muebles del salón.

-¿Clove?

-No estoy.

La veo en el sofá sentada con una taza entre las manos.

-¿Tampoco puedes dormirte?

-¿Si pudiera estaría despierta?

-Cierto.

-¿Que es?

-Nervios, supongo. Mañana tenemos la presentación, el desfile, las entrevistas... Saldremos en televisión.

-Nos verán nuestras familias ¿Estarán orgullosas?

-Eso espero. Seremos los mejores, causaremos impresión.

-Seré la mejor.-resalta la primera palabra- Tu después.

-De eso nada, yo soy más fuerte.

-Yo más guapa.

-Yo más gracioso.

-Yo más inteligente.

-Pero eso no te servirá mañana en las entrevistas. Gano yo.

-No

-Te jodes.

Parece pararse a escuchar la conversación desde fuera y al analizarla se ríe divertida. Yo hago lo mismo. Parecía que volvíamos a tener 3 años y peleábamos por ver quién era él mejor.

-Con 3 años también ganaba yo. -finaliza con picardía.

Es increíble ver malicia incluso en su risa, porque ella no sonríe, ella te lanza balas, ella no te mira, ella te clava puñales.

Veo la luna a través de la ventana del tren y pienso en lo mucho que se parece a ella. Bonita, fría e inalcanzable. También tienes dos caras, como Clove: es fortaleza y debilidad, es alegría y tristeza, es comerse el mundo y el mundo comiéndosela a ella. Es caos, es control. Ella es muy ella, muy suya, y se comparte con muy pocos.

-¿Me estás escuchando?

-¿Qué? -pregunto confundido al volver a la realidad.

-Da igual. Me vuelvo a la habitación a ver si hay suerte y consigo pegar ojo. Buenas noches.

Rápido se pierde en la oscuridad del pasillo.

-Buenas noches, Clove. -digo divertido, casi a voces.