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Clove

Tenía toda la planta para mí sola.

Aprovecho para darme una ducha rápida, quizás la última en muchos días.

Mientras el agua caliente cae por mi espalda me voy preparando mentalmente para todo lo que se avecina.

Muertes, y no de animales como estaba acostumbrada a ver, si no de otros jóvenes como Cato, como Glimmer, como Marvel, como yo...

Me convertiría oficialmente en una asesina. Quiero pensar que es lo que necesito para liberar todo mi enfado, para liberarme de mi impotencia y sentir el poder al ganar los juegos, pero ¿Es la verdad? Ya ni yo misma lo sé, porque no sé hasta que punto he sido libre al decidir venir aquí.

A veces sueño que soy una marioneta. Una marioneta de mis padres, una marioneta del capitolio. Sueño como me enredo con las cuerdas que tiran de mí. Quiero soltarme, pero no puedo. ¿Y sabes que es lo peor? Que al despertar las cuerdas siguen ahí, ya no son visibles, pero ahí siguen, dirigiéndome, controlando mis movimientos y haciéndome creer que soy libre.

Salgo de la ducha y observo como el vapor casi no deja ver lo que hay unos metros delante.

Me envuelvo en la toalla y me coloco frente al espejo empañado.

Escucho una risa, pero no una cualquiera, es una risa llena de locura, una risa digna de un psicópata. Después el sonido de una cadena de metal al ser golpeada. Latigazos.

—¿Cato? ¿Eres tú?

No obtengo respuesta.

—¿Charles? —pregunto casi sin voz.

Cierro con fuerza mis puños y no me doy cuenta de que abro de nuevo las heridas de mis palmas.

Abro la puerta del baño y el vapor sale conmigo.

Apoyo mis pies descalzos en el suelo y me muevo con sigilo.

Mientras atravieso el pasillo todas las luces se apagan de golpe.

No veo nada. Me detengo. Empiezo a temblar.

Pego la espalda a la pared y cierro fuerte los ojos. Espero algún ruido más, pero todo permanece en silencio.  La incertidumbre puede conmigo, en mi cabeza pienso mil maneras para escapar de allí sin ser escuchada.

El sonido de unos pasos lejanos me hace estallar en un fuerte grito que daña mi garganta. Siento ansiedad.

Doy pasos atrás por el pasillo oscuro hasta chocar con una esquina y me hago pequeñita allí. Me llevo las manos a la la cara y me dejo caer.

Lágrimas de pánico corren por mis mejillas.

El sonido de una puerta al abrirse. Después, una luz que me apunta.

Mis sollozos me ensordecen. La luz se acerca a mí deprisa.

Luego unos cálidos brazos alrededor de mí.

—Cato. —murmuro con alivio.

Cato suelta la linterna en el suelo y recorre con sus manos mi cuerpo al completo para comprobar que estoy bien.

—Estoy bien, estoy bien. No ha pasado nada. —mi voz suena débil.

—No lo estás.

Nos levantamos del suelo mientras Charles abre las ventanas del salón y la cocina para alumbrar la planta con la luz del día.

—Los dos. Abajo. Tenéis que iros ya.

Cato y yo nos despedimos de Charles antes de abandonar la planta. Unas palabras nada emotivas y un par de palmaditas en la espalda.

Nos subimos al ascensor y aparecemos en la planta 0, la misma por la que entramos por primera vez en el centro de preparación hace una semana.

Un coche nos espera en la calle. Los dos subimos sin decir nada.

Al bajar nos encontramos en el subsuelo de otro gran edificio. En frente hay un pasillo blanco iluminado por grandes fluorescentes que ciegan si los miras durante varios segundos.

Atravesamos el pasillo y observamos las puertas que hay en las paredes.

Encima de cada puerta un cartel con nombre y apellidos.

—Clove Kentwell. Esta es la tuya. —lee Cato en una de las puertas.

Me acerco y coloco la mano en el pomo.

—Nos vemos arriba. —me despido antes de entrar.

Cierro la puerta a mis espaldas, y cambio mi cara de preocupación por una más intimidante.

La sala está completamente vacía, solo hay una plataforma circular al fondo en la que tendré que subirme cuando llegue la hora.

Doy unos cuantos golpes y patadas al aire para calentar.

No puedo creer que esté a punto de aparecer en un claro del bosque para iniciar los juegos del hambre. Es algo que he soñado tantas veces, pero que tan extraño me parece ahora...

Unos quince minutos después, una voz masculina anuncia por megafonía que quedan tan solo dos minutos para subir.

Yo me coloco sobre la plataforma y espero.










HISTORIA DEL DISTRITO 2 - Cato y CloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora