メ˖⁠꒰ Ultraviolencia ꒱

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Pedido (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠)

¿De quién estabas enamorada ahora? La chica tan atenta y amorosa de la que te habías enamorado se había ido, todo el amor que algún día existió entre ustedes se esfumó en un soplar del viento, todos los momentos lindos que habían construido se desmoronaron y jamás volvieron a existir.
Era cansado amar a alguien y soportar su violencia sin tener la oportunidad de quejarte, no podías alejarte, no podías dejarla, ella aún era tu vida entera, la que sostenía tu poca cordura pero al mismo tiempo se aprovechaba de ello, tratándote de formas horribles y humillantes siempre que tenía la oportunidad.

Pensabas eso todos los días, te dabas cuenta de lo horrible que era tu situación pero, ni siquiera notando las alarmas te irías de ahí, simplemente dependes de ella.

En silencio, con un nudo en la garganta por recordar todas esas cosas, mientras te ocupabas de limpiar los platos sin hacer tanto ruido que pudiera molestarla. Te sentías como en una película de terror, donde si te movías en vano y provocabas el más mínimo ruido, un asesino vendría a terminar contigo, donde si cometes un pequeño error estarías acabada, aquello no era tan lejano a tu realidad.

Con las manos nerviosas, temblorosas y llenas de jabón, era difícil sostener los resbalosos platos y vasos que ya brillaban y rechinaban de lo limpios que estaban.
En el reflejo podías mirar una figura tan deprimente y desesperada, tan apagada y ridícula, podías mirar tu figura deprimente en ellos.
Los acomodaste con cuidado de no tirarlos cuando escuchaste unas fuertes pisadas cerca de la cocina, aquello te hizo temblar terminaste tirando un vaso de vidrio al piso.

No... Ahora no, por favor, suplicaste para ti misma en tu cabeza. Te secaste las manos y rápidamente te agachaste para tomar los pequeños pedazos de cristal que se habían estrellado y esparcido por el piso.

–¿Qué hiciste? —se escuchó una voz grave que se dirigía a ti, con un notorio coraje.

Te sentiste en pánico y simplemente pusiste tus palmas sobre el piso, arrodillada y con miedo de alzar tu mirada y verla con esos ojos llenos de rabia.

–Levántate —te jaló bruscamente del brazo y te alzó.

–Lo siento... Se me resbaló —agachaste la cabeza sin querer mirarla.

–¿De nuevo? —volvió a jalonear tu brazo, haciendo que emitieran un leve chillido—. ¡¿Por qué eres tan estúpida?!

–¡L-lo siento, Ellie! —sentiste miedo cuando la viste a los ojos, llenos de veneno y rencor.

–¡Cállate, idiota! —demandó a gritos, soltando una fuerte bofetada en tu mejilla, tan fuerte que te hizo perder el equilibrio, haciéndote caer junto al mueble que estaba cerca—. Ser bella no te sirve de nada si seguirás siendo idiota.

No alcanzaste a caer, pudiste detenerte de mueble pero, terminaste golpeando tu cadera. No emitiste ningún sonido, sabías que iba a pasar, era como un ciclo sin fin.
Aun con el dolor, te pusiste algo más firme, viendo como la otra mujer empezaba a tomar los vidrios de piso.

–Compraré uno nuevo, Ellie... —murmuraste con una voz débil y temerosa.

–¡Ese no es el puto punto! —la mujer se puso de pie, con los cristales en su mano y sus fríos ojos verdes—. ¡Eres una estúpida basura!

–Perdóname... —lloriqueaste, encogida y pequeña, con mucho miedo.

–¡¿Es lo único que sabes decir?! —te lanzó los vidrios rotos a la cara, para después volver a golpearte cuando te agachaste del miedo.

Caíste de rodillas, empezando a llorar, sintiendo tu cara adolorida y caliente, con tus lágrimas chorreando. Tocaste tu mejilla solo para tocar una nueva herida, los filosos cristales habían creado tu corte algo profundo en tu mejilla, que comenzaba a sangrar.

Lo que hacía contigo era algo tan dañino, humillante, agresivo y doloroso pero, era lo único que tenías de su parte que ya estabas tan acostumbrada, tanto así que ya lo sentías como caricias que te dolían, como golpes disfrazados de besos. Sabías que la Ellie de antes no volvería y que jamás podrías poner tus límites, así que empezabas a amar cada uno de sus golpes por más que te dolieran y quemaran tu piel.

–Limpia todo eso —agregó con una voz severa y firme, como un capitán dando órdenes.

No te moviste, estabas congelada, sollozando lo más bajito que podías.

–¿Eres sorda? —empezó a volver a perder la paciencia—. ¡Te dije que limpies todo, puta sorda!

–¡Basta! —gritaste de forma desgarradora cuando la contraria te dio una fuerte patada—. ¡Lo limpiaré! Lo limpiaré...

Alzaste tu cabeza, con tus ojos llenos de lágrimas y con tu mejilla ensangrentada. Cuando miró, solo frunció el ceño y salió de ahí, dejándote sola y derrotada, tirada en el piso como una estúpida muñequita después de ser usada por una descuidada niña.

—⁠☆

Seguías en la cocina, terminaste de lavar los platos y de arreglar todo el alrededor, llorando en silencio por todo lo que había sucedido.
Te diste un momento para sentarte y respirar, cansada y con tus ojos ardiendo de tanto tallarlos.

–Con toda tu violencia —murmuraste, mirando el techo. Acariciaste tu mejilla con la sangre ya seca pero con la herida aún abierta—, amarte jamás es suficiente...

No sabes cuanto tiempo te quedaste sentada viendo al techo, pero sus pisadas volvieron a traerte a la realidad.
La sentiste cerca, la viste sentarse a tu lado, sosteniendo algodón y alcohol, dejándolos caer contra la mesa y con toda la intención de curarte.

–¿Lo limpiaste todo? —suspiró, como si cuidar algo que ella causó le molestará.

–Si... —la viste mojar el algodón con el alcohol de manera agresiva—. Terminé hace rato.

La contraria asintió en silencio y se acercó a ti para intentar pasar el algodón por tu mejilla sangrienta pero, por instinto, te alejaste, provocando que la otra se molestará por ello. Golpeó la mesa y lanzó lo que había en ella al piso con fuerza.

–¡Ahora no puedo hacer nada por ti! —lanzó los algodones a tu cara.

–Amarte es tan difícil, Ellie... —lloraste, devastada.

–¿Lo es? —rió, molesta—. ¿Crees que yo soy feliz contigo? ¡Ni siquiera sé porque estoy contigo!

–No te alejes de mí... —suplicaste—. Te amaré por siempre, a ti y a tu ultraviolencia.

Continuaste llorando mientras te inclinabas para abrazar sus caderas, aferrada a ella.

–Hazme daño —miraste sus ojos penetrantes—. Dame toda tu violencia.

~。⁠☆

Hice lo mejor que pude, la verdad es que no estoy completamente satisfecha con el resultado pero, en un bloqueo de creatividad, fue lo único que pude hacer. *llora*

Como sea... ¡Gracias por leer y votar por mis historias! (⁠。⁠•̀⁠ᴗ⁠-⁠)⁠💕

One-shots | Ellie Williams x Lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora