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"ᴅᴏʟᴏroꜱᴏ ᴇꜱ ᴀᴍᴀʀ: ꜱᴀɴ ᴠᴀʟᴇɴᴛÍɴ ᴅᴇʙᴇʀÍᴀ ꜱᴇʀ ᴜɴ ᴅÍᴀ ᴅᴇ ʟᴜᴛᴏ, ʏ ᴜɴᴀ ʙᴏᴅᴀ ᴜɴ ꜰᴜɴᴇʀᴀʟ"

"ᴅᴏʟᴏroꜱᴏ ᴇꜱ ᴀᴍᴀʀ: ꜱᴀɴ ᴠᴀʟᴇɴᴛÍɴ ᴅᴇʙᴇʀÍᴀ ꜱᴇʀ ᴜɴ ᴅÍᴀ ᴅᴇ ʟᴜᴛᴏ, ʏ ᴜɴᴀ ʙᴏᴅᴀ ᴜɴ ꜰᴜɴᴇʀᴀʟ"

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La fue relativamente buena, sobre todo porque ya no eran perseguidos. Sin embargo, su escandalo llego a las televisoras y, seguramente, mañana estarían en la portada de KarmaNews.

Spreen llevo a Roier a todos los lugares turísticos de la ciudad, comprándole cosas a pesar de su costoso precio, como: dulces, peluches, flores, dulces, una máscara de Spiderman trucha, dulces y más dulces. Roier podría morir de dulzura, diabetes y glucosa en un día, pero le gustaba la idea.

Fueron a tiendas de ropa, dos parques, a la capilla de Karmaland, y a un restaurante de comida mexicana, la cual era relativamente nueva, se dice que en honor a "el pequeño pato mexicano". Obviamente Roier fue quien insistió en comer ahí, y obviamente Spreen fue el que termino enchilado.

(nota: K! Quackity es distinto a los demás Quaks, no está relacionado al Q! Quackity)

Y por último volvieron a la cabaña que tenía Spreen, necesitaban descansar, y la verdad no querían volver a casa de los padres de Spreen.

—¿Quieres que nos quedemos a dormir aquí?

—Si por mi fuera, nos mudamos acá, Ro. Tenemos que volver. –tomo un par de aguas y las metió en su mochila- ¿tenes todo?

Sip. ¿nos vamos?

—Sí, solo deja busco la llave. Creo que la deje en el cuarto.

—Bueno, te espero en la entrada.

Roier apago la radio que tenía Spreen y fue a la puerta delantera de la casa, topando con un montón de sobres y papeles frente a la puerta.

—¿Cartas? –se cuestionó a si mismo viendo los sobres en el piso. Recogió unos pares preguntándose el cómo no habían notado eso antes, aparecieron casi por arte de magia.

Leyó la dirección, dedicatoria y destinatario. Estaban en blanco. Todos los sobres no poseían más que una estampilla de un lugar que desconocía, junto con un mensaje escrito con tinta.

"Respuesta inmediata"

No decía quien la mandaba ni a quien iba dirigida, solo señalaba su importancia y su fecha.

—¡Oye, Spreen! Tienes correspondencia. –llamo en voz alta para que el otro lo escuche.

Spreen, que hasta el momento estaba concentrado en buscar sus llaves, dejo su mochila de lado y afino el oído. Pensó que había sido un error, o que él había escuchado mal. Salio del cuarto y se acercó un poco más a la entrada donde estaba Roier.

—¿Qué dijiste, amor? –pregunto, observando que efectivamente había cartas en su casa.

—Te llego correo. –volvió a decir. –No sabía que tenías buzón en casa.

parents; sproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora