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Era una alocada idea, una que surgió en el momento. Aun así, Spreen la consideraba seriamente. Roier se mantenía expectante.
—¿Hablas enserio?
—Sí, pensalo un toque; nos vamos, vamos al centro de la ciudad que es enorme –enfatizo- y de ahí ya nosotros vemos. –se emocionó aún más con la idea.
—Pero, ¿Cuándo lleguemos a la casa, güey? Nos meten una madriza. –asumió.
—No, ¿qué decís? Se las chamuyeo un toque y estamos -dijo despreocupado- Soy un vende humo profesional, es cosa de meterle fruta y ya e'ta.
—No te entendí un pito, pero está bien.
Salieron de los baños mirando a todos lados, planeando a tientas como salir sin ser vistos.
Spreen estaba emocionado, no era la primea vez que escapaba de sus padres, pero ansiaba que Roier le siguiera sus locuras. Roier por otro lado se estaba arrepintiendo, digamos que ya tenía un pequeño lazo con el padre de Spreen, Rubius. Sentía algo de culpa, pero entendía a Spreen, y lo amaba como para dejar todo por él. Roier lo seguiría hasta su propia muerte.
—¡Mira! –señalo- hay una salida en el segundo piso.
—Es la salida de emergencias, un punto de reunión.
—Si, por eso. Debe estar conectada a unas escaleras para salir de acá.
—¿Y dónde crees que nos deje? ¿en el estacionamiento?
—Nah, para mí nos deja en un callejón ultra cogido. Onda, de película.
—Esto no es una película cabron. –regaño.
—Bue', me entendes.
Roier se limitó a voltear los ojos.
—Piénsale tantito, porque donde nos mande al estacionamiento nos atrapan. Además, ¿vamos a subir al segundo piso? Nos van a ver.
—Dame un mejor plan, entonces. –se quejó- No podemos salir por la principal, pero tampoco nos podemos quedar acá; nos van a buscar.
—Y si subimos de piso nos ven...
Roier pensó. Solo una o dos veces había escapado, y eso fue en la primaria para salvarse de un examen. Pero tenía un amigo experto en eso.
—Una vez el Quackity andaba en una cita, o no sé qué andaba haciendo el cabron. El punto es que le fue del culo, y el imbécil se escapó por una de estas ventanas. –señalo las ventilas que estaban en el baño.
