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Amarro sus muñecas y lo llevo lejos de Spreen, en el espacio más profundo de la cueva. Dejo a Roier recostado en aquel reducido lugar lleno de imágenes y símbolos religiosos, era como una ceremonia y debía hacerlo bien pues ese sería el primer ritual de magia negra que se hacía en nombre de los dioses.
—"Caeruleus, ...aurantium, ... ruber" –hablo entre murmuros, tomado un rosario entre sus manos. - deos meos –jadeo-...santificad este cuerpo, ... benedicat hoc corpus –repitió en una mezcla de latín y español. – Por sangre de pecador os he convocado. ¡Necesito saber si este es su cometido!
Invocar a los dioses siempre le resultó fallido, pero por primera vez fue recibido con rayos y relámpagos dentro de la propia cueva. Los dioses lo escuchaban.
—Deos meos... ¿Cuál es su voluntad? –levanto el rosario y agacho la cabeza en símbolo de entrega.
La cueva se llenó de estridentes truenos por los relámpagos, y la luz cegadora de estos se posó sobre el collar de esmeralda. Drako se quitó dicha joyería con rapidez, pues esta misma se había elevado y era adornada por la aurora verde que tanto llego a caracterizar a su hermano.
—La razón del sacrificio es Juan, ¡lo juro! –aclaro- no busco que sea objeto de tirria.
El collar fue soltado de la mano de los dioses y cayó en las de Drako. Algo les molestaba a los dioses y no lograba interpretar que era.
—Numina... ¿no os complace mi trabajo? Se derramará la sangre del asesino DMC, tal como se me fue indicado.
—Drako...
Fue llamado y esa voz lo hizo erizarse, de repente todo su cuerpo se congelo en ese lugar y sintió como su espíritu era elevado. Los dioses lo tomaron para hablar con él.
Apareció en ese plano astral lleno de nada, solo obscuridad absoluta, y frente a él se hicieron presentes las tres figuras por las cuales acreditaba su existencia.
—Caeruleus, aurantium, ruber. Los dioses de todo frente a mí, que honor. –hablo con formalidad y bajando la cabeza, pues no era digno de presenciarlos.
—Demasiadas formalidades para el problema en el que te has metido. –regaño una voz gruesa.
—¿Di-disculpen?
—Estas siendo muy duro con él, naranja.
—O tu muy piadosa, Azul.
—No vinimos aquí a pelear –intervino una tercer voz- Escucha Drako. Has cometido un error, pero no todo es tu culpa, en parte es nuestra. –admitió con pena.
—No estoy entendiendo...ustedes me mandaron.
—Nosotros no te mandamos –comento la fémina- Te envió Juan, tu hermano.
