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"ʟᴀ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ ᴅᴇ ɴᴜᴇꜱᴛʀᴏ ᴀᴍᴏʀ ᴇꜱ ᴅɪɢɴᴀ ᴅᴇ ᴜɴ ᴍᴜꜱᴇᴏ. Al ᴍᴜꜱᴇᴏ ᴅᴇʟ ᴏʟᴠɪᴅᴏ."

1pm

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1pm

La familia yacía en el centro de la ciudad. Spreen quería llevar a Roier al museo de los héroes, un museo de orgullo arquitectónico, donde se preservan todos aquellos objetos rescatados por historiadores de Karmaland.

Su plan se vio algo alterado, pues sus padres no pensaban dejarlos ir solos, e insistieron en acompañarlos. Rubius se excusó con que así podrían conocerse mejor, mientras que en palabra exactas de Vegetta, quería evitar gillipolleces.

No se discutió mucho el tema, ambos, tanto como Spreen como Roier prefirieron pasar de largo. Así que, pasemos a su siguiente problema: el transporte. Spreen quería manejar, pensaba tomar prestado un lambo para llevar a pasear a Roier, pues, ¿por qué mentir? quería bebotearle un poco. Pero, nuevamente su plan se vio frustrado por su padre Vegetta.

"—¿Salir con el lambo rojo? Si claro, y ¿que los vean todos los paparazzi?... ¿tú eres tonto?"

Se descartó la idea del lambo.

Sus padres pidieron una limosina y, para el desagrado de Spreen, sin barra o bebidas.

Fue un viaje largo hacia el museo. Sobre todo, para Roier, quien no paraba de recibir preguntas incomodas de parte de Rubius y miradas de muerte de parte de Vegetta. Así que, durante todo el viaje, la pareja rezaba por salir de tan lujoso transporte. Llegaron y bajaron en un parking privado, razón por la cual tardaron más de lo planeado, sin embargo, tampoco podían estacionar fuera del museo sin ser atosigados por decenas de camarógrafos, por lo que prefirieron esos 5 minutos más de viaje. Cinco largos minutos.


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—Al fin- suspiro con cansancio bajando de la limo.

—No fue tan pesado el viaje, Spreen. No exageres. –Se quejo Rubius.

—Lo que digas, pa' –tomo a Roier de brazo- Veni, mor. Quiero enseñarte el museo.

—Para un poco, hijo. No hay prisa.

Rodo los ojos- Si, papa. Pero, en verdad quiero llevar a Roier ...ahora.

—El museo no cierra hasta las 4:00pm, ve más despacio. No hagas un berrinche.

Spreen solo apretó los dientes, y se tragó la frustración.

Entraron al museo. Sí que era hermoso. La familia pidió un recorrido privado, y los encargados gustosos aceptaron. De igual forma tuvieron la suerte de que había pocas personas en el museo ese día.

parents; sproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora