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Octavo mes de embarazo.







Para Joaquín nunca fué un impedimento dormir desnudo junto a Emilio, hasta ahora.

Nadie, ni su doctor, ni su suegra, ni su madre, le dijo que en los últimos meses, su apetito sexual estaría tan activo.

Estaban durmiendo en posición de cucharita, la mano de Emilio descansaba sobre su vientre mientras dormía plácidamente.

Obviamente, estaba completamente desnudo.

A diferencia de Joaquín que dormía con un top deportivo cubriendo sus pechos, pechos que últimamente le dolían hasta hacerlo sollozar, y obligarlo a pasar vergüenzas cómo mojar sus camisetas con las gotas de leche que brotaban de sus rosados y sensibles pezones.

Llevaba despierto hace media hora, y la razón era que podía sentir el miembro de Emilio en su espalda baja.

Y lo peor no era que lo sintiera, lo peor era que no podía hacer nada, Valdes les prohibió estrictamente el contacto sexual.

Ya que su embarazo era primerizo, y el tener sexo ó hacer algo con mucho esfuerzo, podía inducirlo al parto.

Y no, Joaquín no quería eso, pero no lo malinterpreten, él espera con ansias la llegada de su pequeña, pero quiere que sea ella quién decida cuándo nacer, no quiere que por su culpa el parto se adelante.

Así que se obligó a sacar esos pensamientos llenos de lujuria de su mente, quitó con cuidado el brazo de Emilio sobre él y salió de la cama sin hacer ruido.

Necesitaba darse un baño con agua fría.

Caminó al baño escuchando los gruñidos y quejas entre sueños de Emilio, siempre que dejaba de sentir su calor corporal se quejaba aunque estuviera más dormido que despierto.

Entró al cuarto de baño, el aroma a limpio lo recibió.

Decidió que hoy se daría uno de esos baños consentidores, así que encendió la tina y colocó un poco su jabón líquido con esencia de lavanda en el agua.

Cómo estaba desnudo, no tenía que preocuparse por desvestirse, así que sólo preparó su bata para después de la ducha, sus sandalias de baño, y unas bragas cómodas.

Observó su reflejo en el espejo, aún no podía creer lo mucho que había crecido su pancita, literalmente estaba en los últimos meses.

Y vaya que los nervios han estado con él las 24/7 horas del día.

Incluso el rizado ha dejado de trabajar, diciéndole a todos que su hija iba a nacer pronto y que ahorita no tiene mente para hacerse más millonario.

Y por supuesto, Eduardo y Albert están a cargo del negocio, el abogado ayudando a Joaquín con todo lo del restaurante y Albert resolviendo todo el papeleo de Emilio.

El dúo perfecto.

Y aunque el oji-café estuviera insistente en que Joaquín no debería de trabajar, el castaño se las arreglaba para hacerlo sin necesitar de mucho esfuerzo.

Cómo cada vez que se veía en el espejo, llevó su vista a sus piernas y trasero, el embarazo había ensanchado un poco sus caderas y abultado un poco su trasero.

Se preocupó cuándo lo notó, pero Valdes dijo que con el tiempo volverían a la normalidad y a su complexión natural.

Emilio era el más feliz con los efectos de embarazo en su cuerpo.

365 Days // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora