Consumación

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Jimin

Me dejó con suavidad en la cama antes de comenzar a quitar mi Kimono, mientras me desvestía su lengua se paseaba por mi cuello, la sensación era extraña pero placentera, mi vientre empezaba a contraerse y mis manos deseaban tocarlo. Mi miembro estaba teniendo una ereccion por primera vez en mucho tiempo.

Su respiración me causaba cosquillas en la piel, mis mejillas estaban rojas en parte por la timidez que el acto ocasionaba, y por la lujuria que se encendía en mi interior.

—Mi señor —jadee al sentir que sus dedos tocaron mi miembro.

—Dime, mi precioso tesoro.

Me dejó totalmente desnudo y se hinco en la cama a admirarme mientras quitaba su bata. Así como el me miraba yo lo admiré, sin duda no es humano su musculatura está definida tan perfecta, su cuerpo esta cincelado por alguna mano divina, su pecho, su abdomen todo el recorrido hasta su entrepierna es un deleite.

La erección se asomaba orgullosa de su tamaño y grosor, era la primera vez que veía un miembro masculino lejos del mio y estoy aterrado de que mi interior lo albergará, podría abrir mis entrañas sin dudar. La diferencia de tamaño entre el suyo a el mio es abismal.

Pero el goteo de su falo me invitaba a continuar, lamí mis labios lo que causó una sonrisa enorme en mi señor.

—No existe creatura más perfecta y divina que mis ojos hubieran visto Jimin, desde tu nombre hasta esos labios que me invitan a comerlos diario, no planeo solo devorarte en el ritual, una sola vez no me saciará.

Se inclino a besar mis muslos, acariciándolos mientras los abría para que su lengua alcanzará mi entrepierna, su lengua roso mi rosado anillo, solo un poco hizo retorcerme ansioso, luego fue hasta mi miembro, que sin pudor alguno metió en su boca, succionando lento mientras su lengua rodeaba el tronco. Quería cerrar las piernas pero su mano firme me evito hacerlo.

—Tranquilo —volvió a separar mis muslos —aun no comienzo.

Ahora sus dedos se mojaron con la saliva que dejaba en mi falo, para pasar mi entrada, por un momento quise pensar que era Taemin quien me tocaba, pero seria engañarme ya que la presencia de mi señor era arrolladora. Me era imposible no desearlo, mientras su lengua hacia estragos en mi miembro sus ojos me observaban con avidez, mi mente era atraída a las negras orbes, movimientos intensos arrancándome los gemidos más fuertes que jamás antes logre emitir.

—¡Su majestad!

Sujete su cabeza inclinándome hacia adelante, la sensación que me llego causo estragos en cada fibra nerviosa, no sabía cómo reaccionar, mi respiración era agitada, y tan solo era su lengua y dedos en mi interior. Me había derramado en su boca, había eyaculado por primera vez y la sensación me causaba temblores aun.

La temperatura de mi cuerpo subió demasiado, literalmente estaba ardiendo en deseo, en el reflejo del espejo mi cabello relucía mas con ese rojo intenso, mis ojos se había vuelto carmesís y mi aliento exhalaba humo.

Mi señor se levantó de entre mis piernas, paso dos de sus dedos por la punta de mi miembro, tomando un poco del fluido de mi orgasmo, lamiéndolo de entre sus dedos de manera tan indecente, sus ojos brillaban de un amarillo intenso, su sonrisa era sexy y aterradora al mismo tiempo, sabía que no habría romanticismo en el acto, pero la lascivia que se despedía de su cuerpo era palpable.

—Quería controlarme —su voz sonaba entre ecos, en tonos más graves —pero no lo podré hacer, las ganas de poseerte me han superado.

Su mano acariciaba su miembro usando los restos de mi eyaculación y un poco de su saliva para lubricar, después metió las manos entre mis muslos de nuevo separándolos para tener la vista que le estaba enloqueciendo, con facilidad y sin tacto se introdujo de un golpe, un sonido sordo se instaló en mis oídos junto con un grito sin completar al tomar mi boca entre sus labios, en un demandante beso, que no aminoraba el dolor pero me distraía de las punzadas abrazadoras, mi carne se estiraba recibiéndolo.

Apretaba mis ojos soportando el dolor que fue cambiando poco a poco a un placer diferente, todo el ardor que sentí en un principio era reemplazado por la humedad que se generaba con cada embestida lubricando para él. No podía analizar el como estaba logrando mojarme, pues la anatomía masculina dicta que eso es imposible, pero en estos momentos la lógica no funcionaba.

Humedeciendo su miembro entre mi deseo y la sangre de la consumación virginal, mi sello empezó a brillar, en el torso de mi señor aparecía la marca de mi dominio total, el ritual se había consumado, mi alma ahora le pertenecía, el vínculo se había creado.

Se giró conmigo para no salirse dentro de mí, pero me dejo estar encima yo sujete su rostro tratando de no seguir temblando por todo lo que sentía mis ojos estaban vidriosos, entre lágrimas por saber que no tengo oportunidad de escapar, pero a la par por sentir tan bien su toque, por estar disfrutando de manera desvergonzada que mi interior lo reciba tan bien y además se sienta delicioso.

—Eres mío Jimin, desde ahora hasta el final de los tiempos.

Acaricie su pecho jadeando en sus labios mientras mis caderas se movían recordando lo que había aprendido, sus ojos me decían que lo disfrutaba, su mano en mi espalda se enterraba mientras subía y bajaba, quería durar un poco más haciendo esto, pero ya no podía mi corazón estallaría por el bombeo intenso de sangre, mis mejillas estaban encendidas, mi vientre empezaba a contraerse de nuevo, note que el fuego nos empezó a envolver, la cama se quemaba despacio con nosotros en un baile erótico cargado de deseo y perversión, el fuego no nos quemaba solo estaba acompañándonos, recargue mi frente en su hombro entre gemidos roncos y un alarido de placer, sintiendo un fuerte orgasmo de nuevo, que me hizo perder la conciencia.

Ashes (Kookmin, Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora