Reverencia.

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Narrador

Los pueblos del reino  estaban acostumbrados a vivir con lo necesario, a no depender de los lujos y aprender a sobrevivir cuando sus plegarias no eran escuchadas. Vivian bajo el miedo constante del que el señor de la oscuridad se llevara lo poco que tenia, arrasando con todo lo que habían construido con sus limitados recursos.

Pero a pesar de todo eran felices con lo poco que tenían, mantenían las oraciones al señor oscuro y trabajando en lo que este pedía a través de los emisarios de la corte. Muchos conocían a Zeliag y varios miembros del principado que eran los encargados de hablar por la emperatriz, por el Rey de la oscuridad, ya que nadie tenia permitido verlos, tampoco pisar el palacio negro, habían sido generaciones entrenadas en la obediencia.

Por lo mismo no entendían como en pocos días, la enfermedad los había atacado, enormes bestias se llevaban a los hombres fuertes y devoraban a los niños de un solo bocado a los que se oponían ante la voluntad del principado.

¿En que habían fallado?

Ellos seguían dando todo por sus deidades y recibiendo lo mínimo, lastimosamente no existía la voluntad para oponerse a ello.

 La muerte los consumía y la esperanza había desaparecido.

—Por decreto real, las mujeres de este pueblo serán llevadas al palacio negro para servir a los miembros del consejo y elegidas para las nuevas sacerdotisas.

Un hombre vestido de manera elegante se paro en medio de la plaza, leyendo el documento en sus manos, varios soldados con armaduras doradas y negras esperaban las ordenes con paciencia y obediencia, tres enormes Bestias gruñían mirando a los pueblerinos, salivando por el aroma de la carne humana.

—Por favor su señoría, nuestras hijas son muy jóvenes, algunas son unas niñas, tenga piedad, con gusto les serviremos pero no se las lleve —el hombre rogaba con las manos juntas mientras  su esposa e hija se escondían detrás de él.

—Por eso venimos a este pueblo, entre mas jóvenes mejor.

El sujeto trono los dedos y los soldados se movilizaron la gente empezó a correr y aferrarse a sus hijas y sus madres, que eran arrancadas de los brazos sollozantes de sus protectores, aquellos que oponían resistencia eran asesinados y sus casa quemadas.

Una pequeña niña corría de la mano de su madre que sentía que sus pulmones estallarían por el esfuerzo, la mujer estaba en cinta y aun así luchaba por mantenerse a salvo a su pequeña como a ella misma. El sujeto de la plaza le corto el paso sonriendo ante la cara de terror de ambas.

—Dime mujer ¿lo que llevas en tu vientre también es una niña verdad?

—Mami.

—¿Por qué están haciendo esto? —la mujer sollozo aferrándose a su hija —hemos cumplido con todo lo que piden nuestros amos oscuros.

—Pues ellos quieren mas.

Cuando iba a sujetar a la pequeña una llama intensa roja rodeo a estas creando un muro de fuego, el sujeto dio un paso hacia atrás mirando su mano quemada, solo le había rozado un poco aquella llama y su piel parecía haber sido calcinada casi hasta el hueso.

—¿Queremos mas? TE ATREVES A DECIR QUE ¿QUEREMOS MAS?

Jimin ardía en llamas, sus ojos estaban llenos de furia como su aura llenando el lugar. Grandes enredaderas negras llenas de espinas rodearon el cuerpo de Jimin, las cuales se consumieron rápidamente ante las llamas.

—Debes de tener algo mejor que eso.

—Debe ser nuestro emperador, Jimin Jeon, me dijeron que me cuidara de usted, pero no sabia que tan poderoso era —el tipo sonrió mientras su mano se recuperaba de la quemadura —me presento, mi nombre es Christopher Bang, general tercero de Zeliag —otra enredadera mas broto del piso sacando una enorme lanza que no dudo en empuñar contra Jimin.

El emperador no se movió ni un milímetro otra lanza contuvo el ataque desviándola de él. Vilma apareció dando vueltas a su lanza hasta dejarla en el posición de ataque.

—Mi señor no se toca.

—La paladin, esto será entretenido.

La lucha comenzó entre ambos, Jimin se acerco a la mujer y su hija estirando su mano para ayudarla a levantarse.

—Busquen donde esconderse, terminaremos con esto pronto.

—Gracias mi señor.

La mujer camino con la niña de la mano que agradeció diciendo adiós con su pequeña manita. Él emperador siguió su camino, el general quería impedirle el paso pero la paladín era cada vez más rápida.

—Debo reconocer que el emperador tiene buenas mascotas, pero que harán ¿cuatro contra doscientos?

—¿Doscientos? Si solo veo la mitad de ellos.

El general se giro para mirar como Mingi atravesaba con suma facilidad a cada soldado, su espada se hundía como mantequilla en las armaduras, así como los ataques parecían darle pero una nube pesada de niebla aparecía en su lugar.

Las bestias peleaban contra Hoseok que tan solo con un toque las asesinaba, el general no estaba preparado para el ataque de un arcángel, le habían advertidos de la paladín y del emperador pero no conocía la existencia de Hoseok. No le quedó más remedio que huir antes de ser asesinado, Vilma trato de detenerlo, pero su vista fue hacia él emperador que seria atacado por un grupo de soldados.

—¡Mi señor!

Jimin se giro y un aura dorada cegó a los soldados para después ser consumidos por las llamas rojas. Vilma llegó a su lado.

—¿Esta bien? —la reviso de arriba abajo— ¿le hicieron  algo?

—No —se sostuvo de Vilma —pero me estoy sintiendo agotado, estoy consumiendo mucha energía.

—Debe sentarse, nosotros limpiaremos lo que falta.

—Aun debo sanar heridos.

—Me encargare de ello.

Mingi llego con dos soldados sujetos del cabello y los arrojo a los pies de Jimin.

—Mi rey, necesitamos mensajeros.

Jimin se sentó acariciando su vientre miró a los soldados que se sostenían débilmente en sus rodillas.

—Mi nombre real Jeon Jimin, el emperador  terrenal, díganle a Zeliag que su juego termina ahora, no habrá más gente herida, no tendrá más control, y ni descansaré hasta que su cabeza quede bajo mis pies como debió ser desde un principio.

—Cómo nos sentimos un tanto benevolentes les daremos un empujón.

Hoseok arranco una pluma de sus alas y la soplo en el rostro de los sujetos estos desaparecieron sin dejar rastro.

—Necesito que ayuden a los heridos —extendió su mano —Mingi sostenme que me desmayare.

Jimin cayó en los brazos del demonio.

—Él estará bien solo esta agotado, debemos de evitar que consuma tanta energía —Hoseok le despejo la frente —llévalo al carruaje, llevaremos agua y comida en cuanto terminemos aquí.

La gente del pueblo, miro como llevaban a Jimin en brazos y aun estando inconsciente le hicieron una reverencia, los rumores de que él emperador y el señor oscuro no eran quienes ordenaron los ataques se esparció con rapidez.

Mientras tanto a las afueras del palacio negro el portal del inframundo se abría dando entrada a Jungkook, Taehyung y Namjoon. El señor oscuro había venido a terminar la guerra que el humano inició de eso no había duda.

 

Dos capítulos más y se acaba esto!!!

Ashes (Kookmin, Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora