━ ❛ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐈. ❜

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— ¿Novias? —

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— ¿Novias? —

Murmuré, sentí que mi corazón se detuvo cuando Samantha llevó nuestras manos entrelazadas hasta sus labios y le dio un suave beso al dorso de mi mano, regalándome otra de sus preciosas sonrisas. Estaba segura que me iba a desmayar en cualquier momento.

— Sí, novias. — Confirmó, aunque ambas sabíamos que yo la había escuchado muy bien. — Y antes que digas algo más, estoy preparada para un "No" como respuesta, la cosa es que... No soy alguien que se rinda tan fácil, menos cuando algo le importa, así que, aunque digas que no... —

— Sí. —

— ...Pienso preguntártelo a cada hora de cada día de cada sem-... Espera, ¿Qué dijiste? —

— Sí. Sí. ¡Sí! ¡Que sí quiero! —

Por primera vez en mucho tiempo tanto mi omega como yo estuvimos de acuerdo en algo que tenga que ver con Samantha, llevé mis manos a sus mejillas y tiré de su rostro para atrapar sus labios en un beso, uno que ella no tardó en corresponder, rodeándome por la cintura mientras alejaba mi cuerpo de los azulejos y me presionaba contra el suyo, soltando un suave gemido. Sonreí cuando ella gruñó, su pierna ya había escapado de entre las mías y ahora fui yo quien impactó contra su entrepierna debido al agresivo movimiento.

Dejé que su lengua hiciera de las suyas en mi boca hasta robarme el aliento por completo, separándonos para jadear sobre la otra. Sentí como el ambiente se iba calentando y aunque una parte de mí indicó peligro cuando su mano fue bajando por mi espalda, volví a besarla sin preocuparme en nada más.

Mi alfa, mía. Toda mía.

— Mi omega. — La oí murmurar cuando rompió un beso antes de iniciar otro, sus dedos tanteaban hasta que jadeé apenas ubicaron mi trasero, dejando que rozara una zona tan cercana a mi entrada que mis manos bajaron a sus hombros, enterrando mis uñas. Solté un gemido separando nuestras bocas, manteniendo un poco de distancia, lo que su posesivo abrazo me permitía.

— S-samy. — Gemí, sintiendo mis labios tan calientes como empezaba a sentir todo mi cuerpo. No podía, aunque deseara tanto que nos quedemos ahí y que me hiciera suya como aquella noche en su penthouse, una pequeña imagen de Abdiel teniendo que aguantar a mi madre se encargó de desconcentrarme. Eso y que no quería avergonzarme teniendo que pasar por la sala para llegar a mi habitación y cambiarme los pantalones. — No se puede. —

— ¿Por qué no? Eres mía ahora. Puedo. — Intenté no derretirme con sus palabras.

— Sí, pero tengo un hijo afuera que está soportando a mi madre, tenemos que salir. —

— ¿Luego? —

— Está Irina... —

— Sal conmigo. —

— ¿Qué? —

— Que salgas conmigo. Mañana, hoy no se puede porque está Irina y lo entiendo, pero quiero que tengamos una cita mañana, en mi apartamento. — Me mordí el labio, nunca creí que fuera a regresar a ese lugar, o al menos no tan pronto.

¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚. ❜ ˹ 𝐆!𝐏 ˺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora