━ ❛ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕𝐈. ❜

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— ¿Qué hora es? — Sus manos en mis caderas me tomaron con más fuerza y sin previo aviso guió mi cuerpo para que caiga otra vez sobre su miembro

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— ¿Qué hora es? — Sus manos en mis caderas me tomaron con más fuerza y sin previo aviso guió mi cuerpo para que caiga otra vez sobre su miembro. — Mierda. — Arqueé mi espalda ante tal cantidad de descargas de placer que me consumieron en ese instante, escondiendo mi rostro en su cuello, sintiendo mi vista humedecerse.

Me gusta como intentas no hacer ruido. — Besó el lóbulo de mi oreja, mientras sus manos movían mis caderas hacia adelante y hacia atrás. — Te he hecho el amor cada día desde hace dos semanas y sigues siendo mi mayor adicción, Ari. —

— Cá-Cállate. — Apoyé mis rodillas sobre el colchón de mi cama y me impulsé con estas, empezando a saltar sobre su miembro, en un vaivén rápido, jadeando cerca de sus labios. — Es tu culpa. —

— ¿Ah sí? —

— ¡Sí! — Sus uñas arañaron con intención mis costados, sacándome otro jadeo, antes de que sus dientes tomen mi labio inferior y tiren de este. — Es... Es que cuando llegas del trabajo, esperas a que Abdiel se duerma y... Y... —

— Y te encanta, ¿no? — En un movimiento, me tumbó sobre la cama, acomodándose sobre mí, volvió a embestirme con salvajismo, dirigiendo ella todo el movimiento, mientras mi cuerpo se estremecía por completo y disfrutaba del estarnos devorando la una a la otra.

Sí. Mierda, claro que sí.

— Piensas tan fuerte. — Su lengua delineó mis labios, apoyando sus manos a los lados de mi cabeza. Me mostró una sonrisa burlona, antes de robarme un pequeño beso. — Sabemos que te encanta, Ari. —

— Idiota. —

— Tu idiota. — Sonreí, rodando los ojos ante sus palabras. — Ahora sé buena y no grites mucho, ¿vale? —

— Uhm. —

Y entonces sus movimientos se hicieron tan salvajes como una alfa en celo, aunque ella no lo estuviera, sabía comportarse como una. Una almohada, morder mi labio, besarla o amarrarme su corbata a la boca, nada evitaba que termine gritando su nombre para cuando llegábamos al orgasmo y su nudo me enloquecía hasta casi hacerme desmayar.

 Una almohada, morder mi labio, besarla o amarrarme su corbata a la boca, nada evitaba que termine gritando su nombre para cuando llegábamos al orgasmo y su nudo me enloquecía hasta casi hacerme desmayar

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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚. ❜ ˹ 𝐆!𝐏 ˺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora