━ ❛ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈. ❜

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A veces sucede que uno se ciega tanto por el deseo de recuperar algo que olvida todo lo demás

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A veces sucede que uno se ciega tanto por el deseo de recuperar algo que olvida todo lo demás. Su amor propio, su anhelo de superación e incluso, al amor de su vida.

Yo sabía muy bien eso, así que después de mirar por última vez el teléfono completamente descargado sobre mi sofá, abrí la puerta, ignorando el abrazo de Ama, luché para liberarme de este y cerrarme en mí misma. Dejaron de existir sus gritos, las miradas de los vecinos preguntándose qué había ocurrido o cualquier cosa que no fueran mis pies moviéndome automáticamente hacía el único lugar donde encontraría lo que necesitaba para recuperar a Abdiel.

No me costó demasiado llegar al edificio donde sabía que encontraría a la persona que podía llevarme con mi última esperanza. Tampoco tuve que hacer gran cosa. Sorprendentemente, él estaba justo frente a la entrada, con los brazos cruzados, mostrándome una victoriosa y asquerosa sonrisa.

— Hey Abril. — Inclinó la cabeza hacia un lado, riendo vagamente. — Que fea estás, parece que te hubieran arruinado la vida o algo así. — Se burló. Gemí, no tenía fuerzas ni para sentir dolor por ese sarcástico comentario. — No puedo creer que Juan realmente esté encaprichado contigo, no eres más que una omega estúpida, como cualquier otro omega. —

David pasó una de sus manos entre sus mechones de cabello, peinándolos muy a su propio estilo, con bastante lentitud. Suspiré, sabía que no haría nada a menos que yo le dijera lo que deseaba.

— Uh. — Hablé entonces, carraspeando un poco, tratando de que al menos mi voz no se escuchara tan rota como me sentía. — Necesito... —

— ¿Qué dices? — Avanzó un paso, llevando descaradamente una de sus manos a su oreja. — No puedo oírte, habla más alto. —

— Ne-Necesito. — Bajé la mirada, suspirando. — Quiero ver a Juan. —

— Así no se piden las cosas, idiota. —

— Por favor. — Imploré entonces, mirándolo a los ojos. — Por favor, llévame con Juan. Por favor. — Deseaba tanto retractarme, correr y huir de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitieran, tal y como la última vez. Pero no, observaba a David analizarme con la mirada, mientras mi omega se mantenía quieta, tal cual una loba con la cola entre las patas y la cabeza gacha, completamente sumisa ante la única persona que podía ayudarme a recuperar a mi hijo.

— Claro, Abril. — Mi piel ardió cuando pasó uno de sus brazos por mi cintura, guiándome para que salgamos del edificio. — De hecho, es para eso que estoy aquí, Juan me mandó por ti. —

— Él... —

— Sí, sabía. — David me abrió una de las puertas de su auto, dejándome entrar y cerrándola con fuerza, causando un fuerte estruendo. Me encogí en mi asiento, pero al instante relajé mis músculos, tratando de parecer menos asustada de lo que me veía. — Parece que te conoce mejor de lo que crees. —

¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚. ❜ ˹ 𝐆!𝐏 ˺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora