Capítulo 1: Origen.

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Las cosas no siempre salen como quieres~

     — Min, voy a salir, el señor Mujin Choi quiere verme —anunció mi padre tomando las llaves del departamento que se encontraban en el mostrador.

     Rápidamente me levanté del sillón y me dirigí hacia él para darle un abrazo.

     — De acuerdo papá —le respondí entregándole las llaves de su auto—. ¿Cuándo regreses podrías traer un poco de pastel helado?

     — Por supuesto Min, hoy por fin cumples trece años, hay que celebrarlo —sonrió despeinando mi cabello con su mano—. Bien, es hora de que me vaya, nos vemos más tarde.

     Me dio un segundo abrazo, plantó un beso en mi cabeza y salió del departamento, cerrando la puerta detrás de él.

     Minutos después me di una ducha con agua caliente, ya que últimamente el clima había estado bastante gélido, pues ya era noviembre y la navidad nos pisaba los talones.

     Una vez ya lista para ir a la escuela emprendí mi camino, quedaba un poco lejos de mi hogar, por lo que me demoré media hora, pero a fin de cuentas logré llegar.

     Crucé la cancha de fútbol y entré al gran edificio, las clases habían iniciado hace ya siete minutos, pero honestamente eso no podía importarme menos.

     Tomé una gran bocanada de aire y entré al aula de clase. Todos se giraron a verme, y luego lo hizo el maestro de español.

     — Las clases inician a las ocho de la mañana, ya son las ocho y siete, ¿Qué excusa tiene esta vez señorita Hye Minha? —preguntó el maestro con amargura en su voz, dejando la tiza sobre su escritorio.

     — Maestro Lee —levantó la mano una de las chicas que se encontraban en el aula— creo que debería dejar que llegue tan tarde como ella quiera, o aún mejor, que no llegue a clase, nos haría un gran favor a todos.

     Escuché como la mayoría de los estudiantes presentes soltaban grandes carcajadas.

     Preferí quedarme callada y sentarme en mi lugar. Mi mesa parecía una pared grafiteada, estaba totalmente llena de dibujos ofensivos y comentarios hirientes, sabía perfectamente quien había sido la gran y creativa artista que había hecho esa cantidad de grafitis, pero nuevamente, preferí quedarme callada. En situaciones como estas era mi mejor opción, y tal vez la única.

     Luego de dos largas horas de clase llegó el recreo. Tomé mi teléfono, mi almuerzo y me dirigí al patio. En el camino, por los pasillos y desde el interior de las aulas, sentía las miradas de las personas que se encontraban allí, algunas eran de odio, otras de fastidio y las demás de miedo, y así había sido desde hace cinco años, en cualquier escuela a la que transfería las personas me miraban de la misma manera, y lo único que yo podía hacer era agachar la cabeza y seguir mi camino.

     Cuando pasé por la sala de la directora, logré ver a dos oficiales de policía a través del cristal, y un par de personas sentados en la sala de espera con una expresión de impaciencia, aparté la mirada y salí del edificio para ir al patio trasero y descansar un poco.

     Para mi mala suerte eso no iba a ser posible, pues allí se encontraba el grupo carente de cerebro, cuya líder era la chica que no encontraba nada más para hacer con su vida además de molestarme.

MY NAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora