Capítulo 8: Redada.

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Una mentira puede salvar tu presente, pero condenará tu futuro~

     Pasó la noche, y ya era hora de que fuera a trabajar a la estación de policía. Ese día me transferirían a narcóticos, por lo que tenía que llegar temprano para realizar el papeleo.

     Me di una ducha con agua caliente y me envolví en una toalla, me paré frente al espejo cuando iba a vestirme y note la cantidad de cicatrices que tenía en el cuerpo, una en la pantorrilla derecha, en el muslo izquierdo, en las palmas de ambas manos, una que iba desde mi hombro derecho hasta la parte más alta de mi cuello, otra enorme en la espalda... y la que iba a quedar por el ataque de ira de Do Gangjae la noche anterior.

     Me puse una gasa en la herida hecha por Do Gangjae en mi rostro, seria difícil esconderla con maquillaje cuando cicatrizara.

     Saqué de mi armario la ropa que normalmente me ponía al ir a trabajar, contaba con un pantalón cargo verde militar, una camisa negra con las mangas hasta los codos y unas botas.

     Salí de mi departamento y me dirigí a la estación en mi camioneta.

     Al llegar fui recibida por Cha Giho, quien me estaba dando instrucciones y recomendaciones para trabajar en narcóticos, mientras lo escuchaba iba recogiendo mis cosas y las metía en una caja.

     Cuando terminé de hacerlo me dirigí a la oficina del departamento de narcóticos. Una vez que estuvimos en frente de la puerta de cristal, Cha Giho me dio una última recomendación

     — No estés nerviosa, los chicos pueden verse amenazantes, pero son un amor cuando los conoces bien —me dijo poniendo su mando en mi hombro—. Sé que lo harás bien, me han hablado muy bien de tu trabajo.

     — Gracias señor —recibí el halago amablemente—. Lo tendré en cuenta.

     Entré a la oficina siguiendo a Cha Giho.

     — Los carbohidratos me hacen engordar, pero son deliciosos —se lamento con alegría el compañero más bajo de Pildo.

     — Cualquier cosa te hará engordar —respondió este último con gracia— ya estás viejo.

     — Mira quien lo dice —contraatacó el más bajo— ¿Entonces no lo vas a querer?

     — Sí —rió Pildo recibiendo el sándwich.

     El hombre bajo le dio un sándwich a Yoon Jiwoo, mejor dicho, Oh Hyejin, y ella se lo lanzó a Gunpyeon.

     Pasé a la oficina de Cha Giho y él se sentó para hablarme.

     — Bien, te registraré en la plataforma para que puedas ver los estados de los casos, pero mientras tanto, te daré un contexto de la investigación en la que estamos trabajando.

     En resumen, me dijo que estaban investigando las muertes de las personas que yo misma asesiné, y que estaban tratando de localizarme a mí y a Do Gangjae.

     — ¿Qué quiere haga señor? —le pregunté, pues no había razón para que me dijera eso si toda la información estaba en la plataforma.

     — Quiero que, independientemente de la investigación de los miembros del grupo, investigues a profundidad cada escena de crimen, me dijeron que tenias un buen ojo para esas cosas.

     Asentí con la cabeza y me dirigí al cubículo en el que iba a trabajar de ahora en adelante, este quedaba al lado del de Gunpyeon.

     Todos me miraron extrañados menos el último mencionado.

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