Capítulo 3: La daga.

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La culpa puede recaer en manos ajenas~

     Al día siguiente me encontraba lavando los platos. Estaba en un estado entre tranquilidad y estrés absoluto, hasta que uno de los hombres lanzó los cubiertos al lava platos mirándome de forma burlona. Me hacía sentir estúpida, y eso me molesta en gran medida.

     Cuando terminé de lavar los platos procedí a recoger las camisas sucias que se encontraban tiradas en el suelo. Lo hice tan cautelosamente que ninguno de los hombres pudo verme, por lo que no tuvieron la oportunidad de burlarse de mí.

     Una vez que terminé de hacer todas las tares que debía hacer, me senté en una silla que se encontraba en una esquina del lugar, nadie podía verme, pero yo los podía ver a todos, estudiaba detenidamente los movimientos de cada uno de los presentes, su agilidad, su fuerza, su técnica y su resistencia. Técnicamente tomaba notas mentales de las debilidades y habilidades de cada uno.

     Pasaron muchas horas, ya era de noche y todos se encontraban descansando, pero yo me puse unos guantes y empecé a practicar con un saco de boxeo.

     Durante aproximadamente una hora sólo podía escuchar mi respiración agitada y el sonido que el saco producía cuando mi puño lo impactaba.

     Así fue hasta que escuché unos pasos acercándose al lugar. Al levantar la mirada pude ver a Mujin Choi.

     — ¿Planeas escapar? —me preguntó con las manos en los bolsillos.

     — Planeo ganar —le respondí decidida mientras trataba de regular mi respiración.

     — Sí, pero no nunca lograrás ganar así —negó caminando por el lugar en el que se realizaban las peleas—. No tienes que pensar en ganar, tienes que pensar en matar. "Lo mataré", esa es la única manera de sobrevivir... No trates de ganar con la fuerza, perderás sin importar cuanto te esfuerces.

     — ¿Entonces que se supone que debo hacer? —le consulté con la respiración ya regulada.

     — Trata de herir estos puntos, la cien, labio superior, plexo solar y los genitales. Ataca los puntos vitales, e incapacitarás a tu oponente —me sugirió sacando las manos de sus bolsillos y tomando un par de guantes—. Vamos a practicar.

     Y así fue, durante toda la noche Mujin Choi me ayudo a aprender a luchar, al principio fue complicado, pero con el tiempo logré aprender a leer sus movimientos en cuestión de microsegundos.

     Dos años habían pasado, gracias a Mujin Choi logré volverme indestructible, mi agilidad, fuerza, resistencia e inteligencia había aumentado significativamente, nadie podía hacerme frente, me convertí en "La daga" de la organización y en la mano derecha de Mujin Choi.

     En estos últimos dos años he asesinado a un total de doce personas, entre ellas estaba Park Jije y su familia, pero sin importar lo satisfecha que me sintiera con aquellas muertes, mi objetivo principal era encontrar al asesino de mi padre.

     Luego de seis meses de haber entrado a la organización, obtuve el tatuaje en el pecho, el símbolo de las serpientes, la manera de demostrar que finalmente soy parte de la Dongcheon. 

     Hace un año conocí a Yoon Donghoon, era casi el mejor amigo de Mujin Choi, pero él y yo nunca fuimos capaces de convivir en paz.

     Mujin Choi acababa de llamarme para ir a su oficina, probablemente tenía una misión para mí, quizás matar a alguien, pues ese era mi trabajo y especialidad.

     — Minha, mata a Park Mindo, Park distribuye el tres por ciento de la droga de nuestra organización y le brinda información a la policía a cambio de libertad —me ordenó sacando su encendedor.

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