Capítulo 19: Estaré para ti siempre.

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El amor es tan inesperado como la muerte~

     Pasé por un pasillo y vi a Pildo, por lo que aceleré el paso y bajé por un ascensor, el cual se cerró antes de que Pildo pudiera entrar.

     Cuando el ascensor volvió a abrirse estabamos en el sótano, al salir de este empecé a presionar los botones de la llave, buscando el auto que respondiera, me tomó unos segundos, pero logré encontrarlo, tiré la bata y subí al auto.

     Me dispuse a irme, pero en mi camino se atravesó Pildo.

     — ¡Hye Minha! —pronunció Pildo haciendo que mi piel se erizara.

     Bajé del auto para escapar a pie, pero él me detuvo, forcejeamos un poco, y lamentablemente él tenía más fuerza que yo.

     — Hye Minha, ¿ese es tu nombre, no? —me preguntó.

     Le di un rodillazo en el abdomen y traté de huir, pero él me tomó del cuello de mi chaqueta y me volvió a detener.

     — ¿Qué harás?¿Irás por Mujin Choi? —me interrogó con la respiración agitada—. El capitán Cha me contó todo, ¿lo liberaste para matarlo tú misma?

     Lo tomé de la chaqueta la apreté.

     — Hazte a un lado —le dije empujándolo, pero no podía lograr que me soltara

     — No, no te dejaré.

     Trató de esposarme, así que lo empujé hacia una columna y traté de subir al auto, pero nuevamente me detuvo.

     — ¡Ya fue suficiente! —exclamó tomándome con más fuerza de la chaqueta.

     — ¡Ahora que lo sabes todo debes entender porqué hago esto!

     — Lo sé —afirmó mirándome a los ojos— por eso trato de detenerte.

     — No, no tienes idea de cómo llegué aquí —negué con voz quebradiza—. Renuncié a mi futuro y mi nombre para encontrar a la persona que asesinó a mi padre, pero me engañaron, ¡Me convirtieron en una asesina!... Si no lo mato... mi vida no habrá tenido sentido.

     — ¿Eso vale toda tu vida?

     — Suéltame, no te metas en esto —le dije tratando de soltarme de su agarre.

     No fui lo suficientemente rapida y Pildo logró esposar su mano derecha con mi mano izquierda.

     — ¿Cómo podría ignorarte si te diriges a una muerte segura? —cuestionó Pildo tratando se disuadirme— ¡Aunque lo mates te van a destruir sus hombres!¿No lo entiendes?

     — No me importa, a este punto no me importa lo que me pase —exclamé con voz temblorosa.

     — A mí sí —afirmó haciendo que dejara de tratar de escapar.

     Lo miré a los ojos, pero no quería que saliera herido, por lo que empecé a golpearlo, él solo se cubría, pero no me atacaba.

     De repente llegaron tres camionetas negras, de ellas bajaron varios hombres en trajes y con cuchillos.

     Pildo sacó ese ridículo bastón de policía y me lo entregó, así logramos defendernos y subir al auto para tratar de escapar.

     Pildo conducía y yo solo podía tratar de regular mi respiración, tuvimos una larga persecución, pero finalmente logramos perder a las tres camionetas.

     Ya era de noche, Pildo manejaba y yo miraba por la ventana en silencio. Me giré para verlo y estaba concentrado viendo el camino, miré su muñeca y la tenía lastimada por el metal de las esposas.

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