Capítulo 7: Caminos cruzados.

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     Quieras o no el destino siempre hace de las suyas~

     Pasaron tres años desde lo ocurrido, yo ya había tomado mi camino, la violencia, y actualmente era conocida en Corea del Sur por mis macabros asesinatos.

     En esos tres años muchas cosas cambiaron, me mudé a otro edificio, un mechón de mi fleco se puso blanco, quizás por el estrés, o quizás porque ya estaba vieja, aunque no era posible la segunda opción ya que tenía tan solo tenía diez y nueve años. Cambié mi nombre, yo ya no era Hye Minha, ahora mi nombre era Kim Pyeonjin, hija de Ha Jijae y Kim Sonjeon, obviamente esas persona no existían, pero estaban reportadas como muertas en un accidente automovilístico.

     Me encontraba de regreso a mi departamento luego de haber completado mi jornada como sicario.

     Al abrir la puerta de la entrada vi unas huellas de botas en el suelo de mi departamento, claramente no eran mías ya que yo me las quitaba y cambiaba a la hora de regresar a casa.

     Saqué mi arma de mi bolsillo y me acerqué silenciosamente a la sala de estar, que era hacia donde se dirigían las huellas. Al llegar vi a quien menos pensé que volvería a ver.

     — Hola Hamy, ¿o debería decir... Kim Pyeonjin? —dijo la persona que se encontraba sentada en mi sillón.

     — Debiste quitarte las botas antes de entrar, idiota —modulé dejando el arma en el mostrador.

     — No me digas así —fingió indignación—. Lastimas mi tierno y dulce corazón.

     Dibujo su icónica sonrisa juguetona, honestamente esa expresión me hizo sentir algo cálido en el corazón.

     Le regalé una fugaz sonrisa y me quité las zapatillas.

     — ¿Qué tal te ha ido? Veo que no has cambiado mucho —se burló levantándose del sillón y acercándose a mí.

     — Tú sí que cambiaste, estás tatuado y te teñiste el cabello —recalqué estirando mis brazos.

     Estuvimos conversando un rato, al parecer el había iniciado una padilla de compra y venta de droga.

     — ¿Qué opinas?¿Vienes conmigo? —me preguntó ilusionado.

     Lo pensé un poco, después de todo no tenia nada más que hacer con mi vida, no sería mala idea cambiar un poco de ambiente.

     — De acuerdo —accedí dándole un apretón de manos.

***

     Paso un año, y era parte de la pandilla de Gangjae, era algo similar a una sicario y guarda-espaldas. Me convertí en policía, del departamento de crímenes violentos, todo con el fin de mantener a Gangjae informado.

***

     Un año después, una chica que se me hizo familiar se unió al mismo departamento que yo, no sabia quien era, pero en el fondo sentía que la conocía.

     El día de hoy los policías infiltrados del departamento de narcóticos harían una redada y arrestarían a Changoo, una de las personas con las que vendíamos y repartimos droga, eso no nos convenía para nada, pues no era más que un idiota cobarde.

     Horas después de que la redada se llevara acabo, Changoo se encontraba en la sala de interrogatorios siendo presionado por el sargento Jeon Pildo, de departamento de anti-narcóticos, para confesar. Yo lo estaba viendo y escuchando todo del otro lado del vidrio, prestando mucha atención a cada palabra que Changoo decía para comunicárselo a Gangjae más tarde.

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