Capítulo 12

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FRANCIA

Pasé las yemas de mis dedos por el encaje.

-Este me parece super sexy. -Tomé un extremo de la prenda. Colgaba de una percha junto a otros conjuntos.

Chiara inclinó la cabeza a un lado, no estaba convencida.

-¿Y este? -Me mostró uno rojo con ligas.

Fruncí los labios. El rojo no era precisamente mi color favorito.

-Sabes que prefiero el negro.

La cara de mi amiga se transformó por un minuto.

-Si tan solo estuviéramos hablando de vos... -comentó con ironía. - Pero... ¡Cierto! Estamos hablando de mí. -Se señaló a sí misma.

Ambas reímos y seguimos paseando por el local. Era enorme. Tenía demasiadas opciones, demasiados corpiños, colores, ligas, tangas, y algunas otras cositas provocativas que me daban ganas de testear.

Comenzamos a caminar en la misma dirección, con un perchero lleno de conjuntos entre nosotras.

-¿Sabes? El rojo te queda muy lindo -reflexioné.

-Por eso mismo, quiero llevar algo en ese tono.

Metí la cabeza entre las bombachas para observarla del otro lado del largo perchero. Ella saltó del susto.

-Está bien, es hora de que te pruebes alguno, dale -incité.

Esperaba fuera del probador a mi amiga cuando me encontré con mi alma gemela: un conjunto con ligas, tanga super diminuta, corpiño de encaje negro casi transparente y tiritas brillosas. Eso con unos tacones plateados altos y mi famoso labial color vino sería una bomba.

Enseguida corrí a probármelo.

-¿Francia? -me llamó, desorientada.

-Estoy en el probador de al lado. A tu izquierda.

Su cabeza asomó entre la pesada cortina, no me molesté en cubrir mis partes expuestas.

Chiara y yo nos habíamos visto desnudas demasiadas veces. Incluso, una vuelta tuve que ayudarla a sacarse un tampón.

Entró al cubículo conmigo y me dio apoyo con las ligas.

-Hot -comentó. -¿Yo cómo estoy?

La observé de abajo hacia arriba.

-Ufff. -Me abaniqué con una mano. -Estás prendida fuego.

De repente, su sonrisa se puso en pausa.

-¿Crees que el sexo va a cambiar una vez que estemos casados? ¿O la forma en la que él me desea?

Abrí la boca un momento y la cerré.

Claro que creía que el sexo iba a cambiar, pero no porque estuvieran casados.

-¿De dónde sacaste eso?

-Lo leí en una revista. -Rodó los ojos mientras lo confesaba.

Ella sabía que yo odiaba esos artículos de revistas que supuestamente eran para mujeres, pero lo único que hacían era estereotiparnos e incentivarnos a odiar nuestros cuerpos.

-Sabes lo que opino de esas notas periodísticas absurdas donde agudizan nuestras inseguridades.

-Ya sé, ya sé. No debería haberlo leído, pero...

-Chiari, obvio que el sexo va a cambiar. Una no coge de la misma manera a los dieciocho, que a los treinta. Y no garchas igual con una pareja de dos meses, que con una de cinco años. -Me encogí de hombros. -Es la vida. Supongo que hay cosas que van más allá del sexo, y por eso lo elegís a Rocco. No sólo por cómo es como amante, sino por cómo es como compañero.

No me rompas el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora