FRANCIA
Deslicé el body negro de encaje por mis piernas. Subí la tela sobre mis caderas, acomodé mis pechos, lo ajusté en mi espalda y me observé al espejo.
Me sentía sexy.
Unos tacos altos acompañaban el look, junto con un pantalón engomado.
Me agaché para acomodar la hebilla de los zapatos. Chiara entró a la habitación, pero lo único que alcanzaba a ver desde mi posición eran sus hermosos tobillos.
—Si te agachas mucho, se te va a escapar una teta.
Puse mi espalda derecha y reí, acomodando la parte delantera de la prenda. Era demasiado escotada.
—Vos estás prendida fuego, amiga —comenté.
Chiara llevaba puesto un corpiño de encaje, una pollera de tablas y una vincha con un velo de tul; todo en la gama del blanco. Los labios color sangre resaltaban su precioso rostro y hacían juego con su cabello.
Le alcancé la liga para la pierna.
—¿Vos no la vas a llevar, amiga? —preguntó.
—La voy a usar en el brazo, porque con el pantalón largo queda horrible.
—Bueno, dale, apurate. Así nos sacamos fotos y nos vamos.
Chiara se colocaría el calzado y estaría lista; a mí, en cambio, todavía me faltaba maquillarme.
Mientras delineaba mis ojos, cubría mis pestañas con Rimmel, y pasaba la punta filosa del labial color vino por mis labios, no dejaba de pensar en Benicio. No había podido sacarlo de mi cabeza en toda la semana.
Sentía una mezcla de emociones que me irritaban e inquietaban al mismo tiempo. Tenía ganas de verlo, pero estaba enojada por lo que había sucedido el fin de semana anterior. No tenía derecho a molestarme, sin embargo, me ponía furiosa que se hubiera quedado a pasar la noche con su ex. Y encima, en el hotel de MI familia.
Suspiré frente al espejo. Me observé detenidamente, convenciéndome de que estaba echa una bomba.
Sí, una bomba de furia.
La peor parte de todas era que no podía sacar la bronca con mi mejor amiga. Chiara me mataría si supiera que algo estaba pasando entre nosotros.
Bueno, que algo me estaba pasando a mí.
Se suponía que yo sería quien le rompería el corazón a él. Pero no podía romperle el corazón a alguien a quién no le importaba. Y eso me hacía enfurecer muchísimo.
No importarle a Benicio me rompía (sólo un poco) el corazón a mí.
Después de una sesión de fotos completa con mi mejor amiga, partimos para el bar. Mi casa quedaba cerca de dónde se celebraría la despedida.
Por la tarde, nos habíamos hecho una escapada al lugar para colocar algunas decoraciones. Había quedado tan espectacular, que me daba lástima que todo terminara en ruinas para el final de la noche.
Chiara y Rocco no se verían hasta que la mayoría de los invitados hubieran llegado, por lo que a mí me habían otorgado el papel de recepcionista. Debía recibir a todo el mundo, un rol que no encajaba conmigo. Sobre todo, porque había gente que me caía mal, como, por ejemplo, las primas de mi amiga que no me gustaban ni por asomo.
De todos modos, fingí sonrisas y saqué energía de cualquier lado para poder ser amistosa con cada persona que se acercaba a saludarme.
Benicio había llegado con Fernando, uno de los integrantes del grupo que compartía con Rocco. Nos saludamos de lejos, como quienes se conocen de vista y nada más. Él me sonrió y yo hice un ademán con la cabeza. Luego, miré hacia otro lado.
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No me rompas el corazón
RomantizmFrancia es caótica, despistada, desordenada, impuntual, olvidadiza. Para ella, es imposible mantener una relación estable, deja a todos los hombres con los que sale. Benicio es organizado, puntual, controlador. Un tipo de agenda, alarmas y cronogram...