Capítulo 41

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BENICIO

Se me rompió el corazón.

No le escribí y ella tampoco lo hizo. El silencio fue tan bestial, que pareció comerse todo a mi alrededor cada día un poco más, hasta quedarme solo con esa maraña de confusión, tristeza y preguntas sin respuestas.

Quise hacerlo. Me sentí tentado de mandarle un mensaje a cualquier hora para preguntar por ella. Moría de ganas por saber cómo había estado cada uno de esos días de ausencia. Pero fui fuerte (o cobarde) y no le escribí.

Supongo que era retrasar lo inevitable. Para Francia, yo era el juguete nuevo. El tipo con el que se divertía hasta aburrirse. Porque sin dudas, se aburriría de mí.

Y como para no hacerlo. Hacía las cosas de una forma metódica. Tenía un esquema que cumplir, un sistema que funcionaba. Necesitaba tener el control de lo que hacía para que nada, ni siquiera la muerte, me tomara por sorpresa. Aunque en la vida nos es imposible tomar ciertas precauciones.

Es como pretender no enamorarse, o que no te rompan el corazón.

Me dolía que mi forma de ser me alejara de la persona que me había volado la cabeza.

Me hacía daño ser para ella una diversión pasajera. Podría haberlo aceptado y disfrutar del tiempo que nos restaba juntos. Pero eso no tenía sentido. Era seguir regodeándome en el dolor.

No le escribí, con la esperanza de que ella lo hiciera.

Al principio estaba enojado. Me enojó saber que usó conmigo las tácticas que usaba con otros. Yo no era especial para ella, era uno más.

No le hablé porque necesitaba calmar las emociones. Y en el mientras tanto, ella tampoco se acercó a mí. Entonces, entendí que le daba igual. Seguramente saldría con alguien muy pronto, era una mujer demasiado atractiva e increíble como para no llamar la atención.

El domingo por la mañana desperté con una erección, sudando como loco. Había tenido un sueño mojado con ella y necesité masturbarme para saciar la excitación y la ansiedad.

Le había pedido a Rocco que no me contara nada sobre Francia. No quería escuchar hablar de ella, eso me dejaría todo el día colgado de pensamientos relacionados con lo que fue y podría haber sido entre nosotros si no hubiéramos sido tan diferentes.

Me pregunté si era realmente tan malo hacer las cosas de otra manera. No tener un plan para todo. ¿Podría Francia vivir con una vida estructurada a medias? ¿Podría renunciar yo a la mitad de todo ese control? ¿Podríamos ambos ceder un poco y desarmar nuestra ordenada y desordenada vida para tener algo juntos?

Quizá. Las respuestas a todas esas preguntas eran un simple "quizá". Pero nunca lo sabríamos porque no podía pedirle a ella que cambiara. No quería que dejara de ser la persona fantástica que era.

¿Qué sentido tenía enamorarnos si no podíamos construir nada juntos?

Bueno, de todos modos, ella no me quería de esa manera. No estaba enamorada de mí, era una calentura, nada más.

Toqué varios bocinazos mientras llamaba a papá al celular.

Atendió al tercer tono, con voz exhausta.

—¿Hola?

—Papá, por qué no abrís el portón. ¿O me vas a dejar en la puerta todo el día? —sonreí, aunque él no pudiera verme.

—Pero... —Toqué otro bocinazo. —Sí, sí. Ahí voy.

Papá estaba desconcertado. Yo si fuera él también lo estaría. Nunca en la vida había caído sin avisar a su casa.

No me rompas el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora