No me rompas el corazón

Capítulo 8

BENICIO

Chiara me alcanzó una lata de cerveza y luego abrió una para ella.

Estábamos sentados comiendo una picada de fiambres y snacks.

—Gracias —dije a la novia de mi mejor amigo.

Ella sonrió.

—¿De qué color es tu traje? —Rocco se llevó un puñado de maníes a la boca.

Levanté el ceño.

—¿Tiene que ser de un color en particular?

Chiara acarició la espalda de su futuro marido.

—Puede ser de algún color pastel —comentó ella.

Me reí pensando que era una joda. Cuando entendí que no lo era, borré la sonrisa de mi rostro.

Aclaré mi garganta antes de hablar.

—Pensaba usar un traje negro, sinceramente.

—¿El mismo que usas para ir a trabajar? —Se burló mi amigo.

—No voy a trabajar en esmoquin, Rocky.

—Ponete algo especial —sugirió él, con aprobación de su novia. —En promedio, los hombres y las mujeres solteros en una boda suelen tener mucho levante.

—Perdón, amigo, no voy a tu casamiento para buscar pareja.

Ellos rieron.

—Nadie habló de pareja. Podes coger y nada más.

—Sí, pero... me gusta sentir que puede haber algún tipo de compromiso. Ya sabés.

Rocco observó a su novia un momento.

—Seguro que Francia te diría lo mismo —comentó.

Ella asintió y rodó los ojos de forma amistosa.

—Una con miedo al compromiso, y otro con miedo a la inestabilidad. —Se amarró el pelo en un rodete alto y desprolijo.

—No tengo miedo a la inestabilidad —dije casi en forma de protesta. —Pero me gusta conectar. A ver, hace dos semanas salí con una chica del gimnasio, la pasamos bien, y no nos vimos más. No es que no tengo relaciones casuales.

Los dos apretaron los labios.

—¿Se están burlando de mí? —pregunté inseguro, frustrado.

—No, Benito —Chiara habló primero. —Yo tampoco puedo tener sexo con cualquiera.

—Menos mal, porque te vas a casar conmigo. —Rocco se señaló a sí mismo.

Los tres reímos.

—Si ustedes me piden que use un traje de color, lo voy a hacer.

—No te imagino con ropa de color ni a palos, amigo.

—¿Vos qué pensás? —Dirigí mi atención a ella.

—Ponete lo que te haga sentir más cómodo, Beni. Total —levantó los hombros. —El más lindo de la fiesta no vas a ser vos.

Rocco se derritió con el comentario. Llevó una de sus manos a la nuca de su novia y la atrajo hacia él. Se besaron tierna y apasionadamente.

No sabía hacia donde mirar. A veces, sus muestras de cariño eran un poco incómodas. Y lo decía yo, que me encantaban las muestras de afecto empalagosas.

Terminada la cena, Chiari se despidió, dirigiéndose a la habitación. Estaba cansada y quería recostarse.

—Entonces... ¿cómo estuvo la cita con Lara? —quiso saber mi amigo.