Capítulo 39

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BENICIO

Llevaba todo el día intentando decidir cómo encarar a Francia. Necesitaba ser sincero con ella y decirle lo que sentía.

No me importaba la espontaneidad con la que nos veíamos, o sus decisiones impulsivas y apresuradas.

Me había dado cuenta de que modificar mi agenda no implicaba ninguna catástrofe mundial, ya sea que tuviera que hacerlo por ella, o por cualquier otra cosa.

Comencé a entender que los cambios de planes no significaban perder el control de la situación, porque a pesar de todo, nunca tenemos el control total de la vida. Así que, ¿qué más daba?

Lo que me estaba destruyendo era la inestabilidad constante. Necesitaba saber que lo nuestro era real y no algo pasajero que ella descartaría fácilmente dentro de un par de semanas.

Salí de la oficina distraído, se había vuelto costumbre para mí. Tenía la cabeza en cualquier lado, menos en el trabajo.

Choqué contra un cuerpo menudo que enseguida supe que era el de ella, por su olor, por la forma en la que mis manos rodearon sus brazos y sentí su piel. Nunca me había creído eso de que las pieles se reconocen por el tacto, pero con ella me pasaba exactamente eso.

No podía creer que Francia estuviera ahí, delante de mí. Con sus ojos saltones, su sonrisa de costado y esa belleza suya que me volvía loco.

Sus labios besaron los míos y me derretí en ese acto. Coloqué una de mis manos detrás de su cabeza y me permití desarmarme en su boca a pesar de estar en un lugar público donde todos me conocían.

Las miradas viajaron inmediatamente hacia nosotros, lo sentí sin necesidad de abrir los ojos.

Cuando nos separamos, percibí mala vibra, unas pupilas aniquilándome de cerca.

Levanté la vista y mis pesadillas se volvieron reales.

Ella notó mi cambio de expresión. Volteó la cabeza y miró detrás de su espalda. Tensionó el cuerpo entero al encontrar el rostro con el de Rocco.

Mi amigo se acercó dando zancadas. Parecía frustrado, enojado, decepcionado.

—A la mierda con ustedes —gritó.

Francia se hizo a un lado, colocándose a mi derecha.

—Amigo, te juro que...

—Sí, ya sé. Que me lo podés explicar. —Se llevó una mano a la cara. —Dios, esto va a ser un desastre —comentó más para sus adentros que otra cosa.

—Te prometo que no —disertó Francia.

Rocco la miró con ironía.

—¿Cómo le prometiste a Chiara que no te ibas a acostar con este? —me señaló.

Ella cerró los ojos.

Sabía que se sentía culpable, a mí tampoco me hacía gracia mentirle a mi mejor amigo, pero ni Francia ni yo hablábamos de eso. Era como si estuviera prohibido.

—Te dije explícitamente que no avanzaras, aunque ella te tentara demasiado. Te lo dije hace años, y te lo volví a decir hace tres meses. Pero el tipo "tengo todo bajo control" hace lo que quiere.

Francia volteó la cabeza hacia mí de forma brusca. Apreté los párpados para no enfrentarme con sus ojos asesinos.

—¿Rocco te dijo que no estuviéramos juntos? ¿Vos también lo tenías prohibido? —Francia pasó la atención a mi amigo. —¿Dijiste años?

—Eso también lo puedo explicar —murmuré.

Francia parecía enojada, pero la lluvia de preocupaciones que seguramente invadía en su cabeza era tan grande, que tenía que ocuparse de lo urgente antes de lo importante. Al igual que yo.

No me rompas el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora