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Eran las 6 de la mañana, todas estaban durmiendo pero Martina no. Decidió comer el plato que le había traido Lourdes como desayuno y salió a correr antes de que el resto se levantara.

Tenía mucho en que pensar, por un lado, estaba su plan de por fin irse de ahí, que era lo que ella tanto deseaba, ser libre y poder viajar a alguna parte lejos de este horrible lugar. Pero ahora...alguien había llegado y eso puso de cabeza todos los planes de Martina.

No era de enamorarse, ella había renunciado a eso hace mucho. Siempre creyó que el amor era una idiotez, un invento creado para aquellos que tenian una vida aburrida y despreocupada y sobre todo, que tenian tiempo que perder preocupandose porque otra persona no respondia sus cartas. Y ella no era parte de ese grupo de gente, ella se crío sin amor y por ende, no sabía darlo. Si te enamoras de alguien, perdiste el juego. Es lo que Martina siempre decía. Y ella no podía perder, no en sus condiciones.

—Benza, otra vez acá. —dijo el guardia que ya se había acostumbrado a verla a esas horas.

—Tenía que pensar un poco. —le respondió.

—Me parece bien, y que mejor forma de arrancar la mañana con un poco de ejercicio ¿no? —ambos rieron. —¿Queres café?

—No gracias Pedro, creo que voy a seguir mi ruta así termino antes que se levanten las bestias. —miro la hora de su reloj, todavía faltaban 20 minutos para las 7.

—Esta bien, cuando quieras sabes que podes pasar a hablar conmigo. —le recordó y Martina simplemente le sonrió y siguió corriendo.

Pedro y Martina habian pegado una buena onda la primera vez que Martina intento escaparse, que fue la segunda semana que la rubia estuvo allí. Él fue quien la descubrio,pero lejos de delatarla, la aconsejo. Desde ese momento se convirtio en un aliado de ella ahi adentro y una especie de confidente.

Martina subio a su cuarto y todavía quedaban 5 minutos. Se saco la ropa rapidamente y entro a ducharse. Este alboroto hizo que Lourdes se despertara, cuando su primer impulso fue mirar a la cama de Martina y no la vió, se preocupo un poco pero el sonido de la ducha y la ropa de la rubia tirada en la puerta se tranquilizo un poco suponiendo que era ella.

Se levantó cuando vio la hora y empezó a prepararse para el desayuno. Sonrió cuando vio en el escritorio el plato vacio y algunas migajas caidas al rededor de este.

—Buen día. —dijo cuando la vio salir del baño. Se sintió algo avergonzada internamente por haberla escaneado de arriba abajo cuando la rubia solo estaba usando una toalla.

—No lo es. —le contesto.

—¿Qué cosa? —preguntó.

—Un buen día, no lo es, así que no lo digas. —a Lourdes le extrañaba que Martina no le sostenga la mirada.

—¿Por qué no lo es? —se acerco a ella, persiguiendola por la habitación.

—Ahí esta de vuelta. —se quejo. —Basta de interrogarme.

—Lo haría si me dieras explicaciones de tus contestaciones. —se cruzo de brazos detrás de ella.

—No tengo que darte explicaciones, mi vida no te incumbe. —tomo su ropa del armario. —Y por si no te diste cuenta, estoy por cambiarme....a menos de que quieras verme desnuda, claro.

Lourdes perdió el poco atrevimiento que le habia conseguido tomar y se sonrojo como nunca antes.

—Nnn...no..no quier quiero eso....—tartamudeo con nerviosismo y Martina sonrió divertida. Seguía con su plan de no mirarla pero hubiera dado lo que sea por romper su propia regla solo para mirar la cara que tendria en ese momento.

—¿Segura? Porque recien te vi justo cuando me mirabas de arriba abajo. —siguió con el juego divertido de ponerla nerviosa, en cuestion de segundos descubrio que era su nuevo hobbie favorito.

—¡No te mire! —gritó. —Esta mal eso, somos dos chicas.

—¿Y que tiene? —esta vez si la miro.

—Que esta mal. —volvió a decir.

—Genial, además de preguntona también tenes la cabeza lavada. —negó con la cabeza.

Martina anoto a su lista mental otra razón por la que no debería pensar más en Lourdes.

—¡A desayunar! —gritó una de las hermanas.

—Tengo que asumir que seguis en protesta y no vas a ir a desayunar. —dijo la más chica cambiando rotundamente de tema.

—Ya nos estamos entendiendo. —levanto sus hombros y se metio al baño a cambiarse.

Lourdes largo un suspiro y salió de la habitación. Bajo a desayunar y luego fue a misa.  Pero antes, paso por la habitación a dejarle las medialunas que se habia robado del comedor a Martina.

Y todo el resto de la semana fue asi. Lourdes tomando comida a escondidas para dejarle a la rubia y ella comiendosela cuando nadie la veía. No hablaban del tema, era una especie de pacto secreto que tenian entre ellas y a ambas las hacía sentir bien.

Lourdes ya había empezado con las clases, eran 2 horas super aburridas a las que Martina tampoco asistia, con 7 días ahi adentro ya estaba empezando a comprenderla. Siguió juntandose con Angie, Brisa y Mica, ya eran sus amigas. Y aunque las misas de ahí no le gustaban, ella seguía asistiendo porque era muy creyente, desde pequeña y siempre que se sentía triste o angustiada por algo, su principal salida era hablar con Dios. Ahí es donde Lourdes se había resguardado todo este tiempo.

—Hoy tenemos una celebración. —dijo Micaela emocionada. —Todos los primeros sabados del mes, hacemos una cena especial y podemos quedarnos hasta un poco más de nuestro toque de queda.

—¿Y qué tiene de especial la cena? —Lourdes preguntó.

—Decoramos todo el comedor con la tematica que nosotras querramos y viene un cura a bendecirnos, hasta nos dejan tomar un poco de vino. —explico Brisa.

—Es una tonteria pero es algo diferente a lo que hacemos todos los días, por eso la gente se emociona tanto. —Angie les pincho el globo de positividad.

—A ella no le gustan estas fiestas. —susurro Brisa.

—A Martina seguramente tampoco le deben gustar. —soltó el comentario como si no fuese la gran cosa pero la cara de las chicas cambio enseguida. —Como ella siempre dice que esta en contra de que le manejen la vida.

—¿Hablas con Martina? —preguntó Angie sorprendida.

—No se si le diria hablar a que me conteste mal y no me mire pero digamos que intercambiamos ideas todos los días. —sonrió levemente. —Creo que ya le estoy cayendo un poco mejor porque incluso tiene un apodo para mi.

—¿Cual? —esta vez preguntó Mica.

—Preguntitas, porque siempre estoy preguntando y cuestionando todo lo que me dice. —respondió con total inocencia pero las chicas sabian que era extraño que alguien cruzara más de 1 palabra con Martina por día.

Sobre todo para Brisa, quien estaba sintiendo una fuerte punzada en el pecho por el golpe repentino de energía que tuvo cuando Lourdes empezó a hablar de la rubia.

—Angie...necesito que me ayudes con algo antes de la fiesta. —Brisa tomo el brazo de la peliazul intentando llevarsela.

—Que te ayude Micaela que a ella le gustan esas bobadas. —se negó.

—Por favor. —la insistencia de Brisa y la cara tierna que puso para intentar convencerla funcionaron.

Micaela y Lourdes siguieron hablando de lo más normal mientras Brisa se llevaba apartada a Angie.

—A Lourdes le gusta Martina. —soltó como una bomba. —Y algo me dice que a Martina le gusta Lourdes también.

Angie quedo en shock total ante lo que Brisa le estaba diciendo.

—Acabo de sentirlo. —y la cara de la castaña era de preocupación.

LIVING PROOF || Martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora