—¿Como? Es imposible. —Angie seguía sin creerlo.
—Cuando Lourdes empezó a hablar sobre ella, sentí como si explotaran fuegos artificiales en mi pecho. —empezó a decir. —Y hubo una mezcla de sentimientos que pude percibir, entre ellos dudas, preocupación, histeria pero sobre todo...atracción.
—Recien se conocen. —la peliazul creía en el poder de Brisa más que nadie en ese lugar, le tenía una fé ciega, pero esto era algo en lo que prefería que este equivocada.
—Y Martina ya le hablo más que a todas las personas de esta escuela desde que llego. —dijo como cierto.
—Porque es su compañera de cuarto. —intento excusar.
—Natalia tambien era su compañera de cuarto y sin embargo se fue de este lugar sin conocer el timbre de voz de Martina. —Angie sabía que tenía razón. —Vos me crees Angie, se que lo haces, lo estoy sintiendo ¿por qué intentas hacerme creer lo contrario?
—Porque es un peligro que ellas se gusten. —contesto rascandose la cabeza. —Y más en este lugar, Martina esta...¡Martina esta loca! no tiene nada que perder, Lourdes si, si su padre supiera...
—Pero no podemos intervenir. —le dijo la castaña.
—Tenemos que hacerlo. —estaba convencida. —Se van a romper el corazón mutuamente.
—¿Y qué hacemos? —preguntó totalmente rendida a cambiar el pensamiento de Angie.
—No tenemos que dejar que se den cuenta. —dijo segura.
—Martina ya lo sabe. —eso percibia. —Pero tengo que hablar con ella, hay algo acá que me falta descubrir.
—¿Qué cosa?
—Porque quiere ocultarlo. —Brisa necesitaba llenar las piezas del rompecabeza.
Cuando volvieron al salón, la hermana Trinidad ya las estaba acomodando en filas para ir hasta la iglesia. No era una misa, sino que un pastor venía a darles una charla, como era costumbre antes de comenzar la "celebración" de los primeros sabados de cada mes como anteriormente las chicas les habian comentado.
—Hoy estoy aca para recordarles que los pecados que las alejan de Dios, son los que van a hacer que terminen en el camino de la enfermedad y soledad. —empezó a hablar. —Practicar la homosexualidad te aleja no solo de la Iglesia y de Dios, sino que tambien de tus seres queridos, que por más amor que te tengan, no pueden aceptar a una persona así en la familia. Es una deshonra, una vergüenza y aún peor...es un peligro. —las manos a Lourdes le estaban empezando a transpirar. —Amar a una mujer siendo mujer esta mal y es castigado con la peor de las penas, una enfermedad sin cura....pero no todo esta perdido, siempre se puede pedir ayuda y volver al camino correcto, es por eso que Dios les dio una oportunidad nueva a todas ustedes para curarse y ser nuevamente aceptadas en sus familias.
Mientras escuchaba la charla con cierta angustia, sintió una mano rosando la de ella, se exalto un poco hasta que vio que era Martina quien se le habia sentado al lado.
—¿En serio queres escuchar todo esto? —susurro muy cerca de su oido haciendo que se le erize la piel.
—Nos van a retar. —dijo con la mirada clavada en frente.
—Si nos vamos ahora no se van a dar cuenta. —seguía hablandole demasiado cerca y los nervios de Lourdes estaban por colapsar.
—¿Si te digo que si vas a dejar de molestar? —preguntó.
—Esta pregunta si te la voy a responder. —se acerco un poco más. —Me gustaria que dijeras que si, si.
—Si. —dijo sin pensarlo y volteo a mirarla. La sonrisa de Martina le daba cosquillas en todo el cuerpo y fueron aun peor cuando la tomo de la mano yendose ambas de la iglesia.
Angie vió toda la situación y le aviso a Brisa. Ambas sabian que tenian que hacer algo urgente pero no podian irse, no ahora. Si ellas tambien se iban de la iglesia iban a llamar la atención y tampoco querian que alguien más las descubriera a Martina y Lourdes. Así que decidieron esperar a que termine la charla.
—¿A donde estamos yendo? —Lourdes estaba preocupada mirando para todos lados con miedo a que alguien las vea.
—a un lugar que vos ya conoces bien. —le guiño el ojo y siguio su paso apurado para poder llegar antes de que las descubran.
Y tenia razón, Lourdes ya conocía ese lugar. Estaban nuevamente en la terraza donde la ojiverde la vio por primera vez.
—¿Como sabías que yo ya estuve acá? —estaba intrigada.
—Te vi ese día con Angie. —le contestó. —Pero estaba en mi meditación, no podía interrumpirla.
Fueron hasta uno de los bordes donde Martina suele sentarse siempre a disfrutar del aire fresco que esa terraza le proporciona. El sol se estaba ocultando detrás de los arboles del bosque y el cielo estaba dandoles un hermoso atardecer. Ellas lo estaban apreciando sin darse cuenta que todavía no se habian soltado la mano. A decir verdad, Martina si se habia dado cuenta, pero no pudo seguir su plan de ignorar a Lourdes si tenía piel tan suave que siempre quería tocar.
—Esto es...hermoso, Mar. —ahí estaba de nuevo ese apodo que hacia que la rubia se deshiciera. —Entiendo porque te gusta tanto este lugar.
—Aca arriba me siento...libre aunque lo este. —suspiro mientras seguia mirando la puesta del sol.
Siguieron en silencio viendo el atardecer, y de la mano. Martina estaba nerviosa por ese contacto, y tambien deseando que no la soltara. Pero un ruido de la puerta abriendose hizo que Lourdes la soltara repentinamente, como asustada. La ojiverde también se había dado cuenta del contacto entre ellas dos, pero decidió romperlo justo cuando creyo que venía alguien.
Largaron todo el aire contenido cuando vieron que eran Angie y Brisa.
—¡Nos asustaron! —les grito Lourdes.
—Perdonen es que...queriamos un poco de aire después de esa larga charla. —mintió Angie.
—Llegaron justo para el atardecer. —les dijo la ojiverde mostrando la puesta de sol detrás de ella. Martina se mantuvo seria y callada todo este tiempo, como
siempre que estaba con otras personas. Otras personas que no eran Lourdes por supuesto.Brisa no quería decir nada para que Angie no se preocupara más de lo que debía pero el lado malo de tener ese don es que es imposible ocultar las reacciones ante fuertes sentimientos. La castaña estaba sintiendo la evidente tensión que existia entre Martina y Lourdes.
—Luli, ¿podes venir conmigo a buscar mi hebilla? la perdí la otra vez que subi aca arriba. —Lourdes asintió y la siguió hasta la otra punta de la terraza.
—Me voy. —dijo Martina apenas vio a la ojiverde irse con Angie.
Brisa no emitio sonido, pero le basto solo 2 segundos a solas con la rubia para entender un poco más lo que estaba pasando entre estas dos.
Martina tenía miedo.
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Hasta aca el maraton de hoy. Espero que la historia les este gustando y todo comentario/opinion es bienvenido y tomado en cuenta!
Muchas gracias por el apoyo🫶🏽🫶🏽
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LIVING PROOF || Martuli
FanficEn una sociedad conservadora en los años 70, las apariencias son lo primero que hay que mantener, sobre todo si tu familia es de la elite. Lourdes Gonzalez es hija de una de las personas más importantes de Beaufort, un pequeño pueblo en Carolina del...