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—¿Irme con ustedes? —preguntó Lourdes atonita.

—Si hija, es lo que te prometimos. —contesto Fabian. La ojiverde no podia exclamar nada en ese momento. Después de todo, quedaria muy extraño si les decia que no queria irse de ese lugar.

Cuando termino la cena, todas volvieron al convento, los padres de Lourdes dijeron que iban a darle unos días para que se despidiera de sus amigas y el fin de semana siguiente vendrian a buscarla. Apenas los Gonzalez se fueron, Lourdes fue corriendo a buscar a Martina.

—Amor...aca estas. —dijo entrando a la habitación de la rubia. Ella solo hizo una mueca. —Se que estas mal, pero no voy a dejarte si eso es lo que pensas.

—Tenes que hacerlo Lu. —le contesto. —Tenes que irte, tenes una familia que volvio a buscarte, no desaproveches eso por...irte conmigo.

—Para empezar, fueron ellos los que me metieron a este lugar, así que no me estan haciendo ningún favor regresandome a casa. —comenzo a decir. —Y segundo, ya te dije que mi familia sos vos, tenemos anillos de papel...¿no te acordas? —Lourdes intentaba aunque sea poder sacarle una pequeña sonrisa a su novia. Sabía que la situación no era la esperada, pero todavia tenian algunos días para pensar en que hacer.

—Porque te amo y sos mi familia, quiero que seas libre. —suspiro.

—No hay libertad sin vos Mar. —acaricio su cabello. —Y ahora quiero que me des mi regalo de cumpleaños.

—¿No te parece que ya tuviste muchos de mi parte? —levanto las cejas.

—Estoy demasiado estresada con todo el día que tuvimos hoy —contesto. —Me gustaria que me saques la contractura con tu lengu...

—¡Lourdes! —la reto Martina enseguida.

—¿Qué? Es lo que realmente quiero. —la rubia negó pero no tardo en acatar el pedido de su novia.

Al otro día, se tuvieron que levantar más temprano de lo común para que no las descubrieran. Lourdes se despidio de ella con un beso y se volvio a su cuarto.

Los siguientes dos días pasaron asi. Martina estaba muy apegada a Lourdes porque sabia que no le quedaba mucho tiempo con ella, al contrario de la ojiverde quien todavia pensaba que podian irse juntas sin necesidad de separarse.

—¿No vas a darme un beso? —le preguntó Lourdes a su novia.

—¿Aca en el pasillo? Es peligroso. —Martina comenzo a mirar para todos lados.

—Me gusta lo peligroso. —se acerco demasiado al rostro de la rubia. —Dale Mar, es un beso nada más...

Como era de esperarse, Martina no pudo negarle a su novia lo que le pedía. Le dio un beso, ni muy corto ni muy largo. Pero fue suficiente para que Lourdes se vaya feliz a cumplir sus tareas del día.

Pero tambien habia sido suficiente para que la madre superiora las viera. Y eso no era para nada bueno.

—Benza Benza Benza...—Martina sintió su cuerpo congelarse al escuchar esa voz detrás de ella.  —Al parecer no te cansas de ser la manzana podrida del lugar.

—Yo...ella no...por favor. —suplico. —En unos días se va a ir, yo me voy a quedar aca y puede darme el castigo a mi, desquitarse conmigo...

—La heroína ¿no? la que se sacrifica por su "amada" —rió cinicamente. —¿Cuando vas a aprender que no esta bien lo que le estas haciendo a esa pobre chica? Tiene familia, tiene una vida, no se la podes arruinar obligandola a pecar.

—Lo se...yo...yo me disculpo. —jamás en la vida Martina se mostro tan sumiza. Pero su miedo a perjudicar a Lourdes era mucho más grande que su orgullo. Preferia que se la agarren con ella antes de que su novia corra riesgo.

—Vamos, las disculpas ya no sirven. —la tomo del brazo y la arrastro a la capilla.

Martina trago saliva, respiro profundo y se preparo para vivir las peores 2 horas de toda su vida.

A la noche, cuando todas estaban sentadas para cenar, a Lourdes la extraño que Martina no estuviese. Ella nunca iba, pero le prometio que esta semana lo iba a hacer para compartir tiempo juntas.

—Voy a llevarle comida a Martina, no se por que no bajo. —les dijo a las chicas y las demas asintieron.

Cuando Lourdes subio las escaleras y camino hasta el cuarto de la rubia, la puerta estaba trabada desde adentro, esto le parecio extraño a Lourdes porque jamas la trababa sabiendo que ella siempre iba en el medio de la noche a verla. Golpeo una, dos, tres veces y ya a la cuarta comenzo a preocuparse. Hasta que una Martina con cara palida y decaida abrio la puerta.

—Lu, ¿qué haces aca? —miro perseguida para todos lados del pasillo.

—Vine a traerte la cena, no bajaste como me prometiste. —le dijo. —¿Puedo pasar?

—Me quede dormida. —le respondió y se hizo a un lado para que su novia entre. —Gracias.

—¿Estas bien? Pareces algo enferma. —observo bien su rostro y después empezo a analizarla mejor a ella. Estaba con el cuerpo completamente cubierto y algo encorbads.

—Estoy bien, pero cansada. —le mintió. —Me gustaria seguir durmiendo.

—¿Puedo quedarme con vos? —Martina no queria decirle que no.

—No se...—intento hacerlo.

—Dale Mar, esta semana es super importante para las dos.  —Martina sabia a lo que se referia Lourdes y eso la hizo ponerse peor.

Termino accediendo a dormir con ella nuevamente. Pero esta vez no pudo pegar un solo ojo, porque tenia miedo de que alguien entrara, que alguien las descubriera. Y esta vez no se sentia como las demás, toda esa valentía y fuerza que Martina tuvo en un principio para pelear por ellas, ya no la tenía.

Cada golpe dolía más, cada marca quedaba más impregnada en su piel, cada moreton era más violeta. Y las defensas de Martina cada vez se debilitaban más.

No sabía cuanto iba a aguantar, pero tenía que hacerlo. Por Lourdes.

LIVING PROOF || Martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora