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Era un día lluvioso y bastante nublado, los días favoritos de Martina. Pero este era la excepción, porque había tenido que ver todo el día como Lourdes se paseaba por todo el parque con el rubio tonto ese.

—Veo que seguis igual. —la hermana se acerco q Martina quien miraba por la ventana la escenita romatica de los dos chicos abajo de la lluvia.

—Es mi amiga, no quiero que le pase nada, ella es muy inocente. —le respondió Martina.

—Recibiste castigos por ella. —dijo. —Eso es...valeroso.

—Si pero ustedes no lo ven asi. —se cruzo de brazos.

—Porque tenes que comprender que no es normal. —le recordó. —Ahora vamos que el padre Nicolas esta esperandote.

Martina cerro los ojos con temor, dio un último vistazo a Lourdes y la veía feliz y sonriendo saltando entre charcos con el rubio aquel. Tomo valor y fue caminando atrás de la hermana superiora para ir hasta la capilla mientras se repetia a si misma que esto era lo mejor. La sonrisa inocente de Lourdes tenía que permanecer tal cual estaba.

—Martina...—cuando salio de la capilla se cruzo a Brisa que estaba llevando unas copas a la iglesia. —¿Estas bien? —soltó todo lo que tenia en la mano para ayudarla, se notaba que no podía ni caminar.

—Estoy bien, no hace falta que me ayudes. —dijo con dificultad.

—Se que no lo estas. —la energía negativa de Martina quemaba la piel de la castaña. Sabía que algo terrible le estaba pasando porque su pecho estaba a punto de explotar por los sentimientos malos que aquella rubia tenía acumulados. —Puedo ver tu energia y sentirla tambien, estas sufriendo mucho...

—Lo que me faltaba, que una vidente me....¡ay! —pegó un grito y automaticamente llevo una de sus manos a la costilla.

—Tranquila, vamos a sentarnos. —aunque a Martina le hubiese gustado decir que no, no tuvo otra opción porque Brisa practicamente la arrastro a un banco que estaba detrás de ellas. —¿Por qué tenes tantas marcas de golpes?

—Entreno mucho y no estoy teniendo cuidado, nada más. —contesto mintiendo, claramente.

—No puede ser. —dijo tapandose la boca.

—No digas nada, por favor. —Martina se dio cuenta que jamas podria engañar a Brisa porque realmente podía ver más alla. —Menos a Lourdes.

—Pero Marti esto es...—no la dejo terminar.

—Grave, lo se. —finalizo por ella. —Pero es lo que tiene que pasar y estoy bien con eso.

—No lo estas. —Brisa le refuto.

—Si ella lo esta, es suficiente. —ninguna dijo nada más. La castaña entendia todos los motivos, de hecho, podía sentirlos. Y aunque no estuviera de acuerdo, iba a respetar lo que la rubia le estaba pidiendo.

Cuando llego la noche, Lourdes no se durmio hasta que vio que Martina lo hizo. Se desperto un par de veces porque la rubia seguia gritando cosas extrañas, pero apenas Lourdes ponia una mano en su frente, se tranquilizaba. Un par de noches estuvo tentada a sugerirle dormir juntas para que este más tranquila, pero no se animo. No queria que vuelvan a descubrirlas en una situación así y las retaran.

El fin de semana llego y la ojiverde se levanto más temprano que nunca. Hoy es el día en el que sus padres vendrian a visitarla y cuando la segunda parte del plan iba a ponerse en marcha. Ella rezaba porque le saliera bien, estaba demasiado ilusionada con volver a su casa.

—Gonzalez, ya estan llegando tus padres. —le aviso la directora y ella sonrió.

—Mar, buen día. —saludo a su compañera de cuarto cuando la vio levantarse.

—Hola. —saludo secamente. —¿Vienen tus padres?

—Si, ya quiero que vean que tienen que llevarme de vuelta a casa y que todo esto es un error. —a veces la ingenuidad de Lourdes hacia que Martina se lamentara por de más, pero tambien le daba ternura.  —¿Queres conocerlos?

—No gracias. —negó de inmediato. —Hoy tengo muchas cosas que hacer.

—Ohh esta bien. —la ojiverde se decepciono un poco con eso pero a pesar de todo, nada le iba a sacar las energias hoy.

Después de 1 hora, finalmente llegaron Gabriela y Fabian, los padres de la más pequeña. Hablaron con la directora un largo rato y luego fueron a saludarla. Ninguno la abrazo, fue un saludo demasiado frio como para ser de unos padres a su hija, pero a Lourdes no le importaba eso, solo queria que la saquen de ahi.

Les hizo un tour, fueron a una misa juntos y luego se la llevaron a almorzar a un restaurante a las afueras del bosque.

—¿Y como esta todo por aca? —preguntó Fabian. —Me contó la directora sobre un chico que te gusta...

—Si, se llama Julian y es del centro masculino. —contestó feliz de saber que su plan estaba funcionando. —Es muy lindo.

—Tendremos que conocer a ese muchacho entonces. —la cara tranquila y contenta de su padre la hacia sentir que iba por buen camino.

Cuando volvieron a la escuela, pasaron buscando a Julian. Lourdes tuvo que soportar todo un día en el que su padre y el chico rubio hablaron de fútbol, de baseball, de todas esas tonterías de hombres. Charlas muy poco interesantes hasta que escucho algo que la hizo sonreir.

—Te vamos a llevar a Beaufort muchacho, cuando estes alla vas a ver lo que es un buen equipo de Baseball. —bromeo y el chico rio. Pero esto significaba que...¡Lourdes iba a volver!

Pero la ojiverde no era la única escuchando toda esta charla. Martina tambien estaba muy atenta, mientras leía un libro o por lo menos fingia hacerlo.

—Lourdes va a volver a su casa. —sonrió genuinamente aunque tambien le generara tristeza. —Y va a ser feliz.

Ambas tenian bien en claro que querian una cosa: libertad. Pero solo una podría obtenerla y esa era ella.

LIVING PROOF || Martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora