Martina estaba completamente negada a irse sin Lourdes, pero en el momento no dijo nada. Sabía que la ojiverde tampoco negociaria aquello entonces prefirio callarse y pensar en algo mejor.
Cuando la madre superiora la llamo a ayudar en la cocina a Lourdes, la rubia se quedo a solas con el padre Juan.
—¿Puedo hacerle una pregunta? —hablo con timidez.
—Obvio hija, te escucho. —respondió.
—¿Por qué siendo creyente esta de acuerdo con este tipo de cosas? —hizo referencia a su relación con Lourdes.
—Porque si bien muchos dicen que es algo "anti natural" o que la biblia lo repudia, yo se que no es asi. —respondió. —Me leí la biblia del derecho al reves cientos de veces y en ninguna dice que un comportamiento asi debe ser castigado. —continuo explicando. —¿Pero sabes que si dice?
—No. —Martina negó esperando a que él le dijera.
—Dice que hay que amar. —levanto sus hombros. —Así que mi mision es esa, ayudar a la gente que quiere amar, a que lo haga.
—Yo...yo en serio amo a Lourdes. —dijo y el padre asintió.
—Lo se, lo veo. —le dio una palmada en la espalda.
—Por eso debe entender, que no puedo irme y dejarla aca. —agregó.
—Sabía que vendria por este lado la conversación. —rió ligeramente. —Me encantaria que pudiera ser más facil, pero no lo es, no puedo sacarlas a las dos juntas a la vez.
—¿Y....en cuanto tiempo vendrias a buscarla? —esa era la pregunta que no se animaba a hacer.
—Cuando sea posible. —respondió sincero. —Pueden ser días o meses.
—¿Meses? No tenemos meses. —se angustio. —Los padres de Lourdes van a venir apenas cumpla mayoria de edad y eso es en marzo, o sea en 3 meses.
El padre noto la desesperacion de Martina y que comenzaba a ponerse algo inquieta. Intento tranquilizarla pero era en vano.
—Escuchame, tengo una idea que probablemente resulte, pero es...arriesgada. —le advirtio.
—¿Para mi o para ella? —preguntó.
—Para la que se ofrezca a hacerlo. —respondió.
—Entonces yo. —no dio lugar a debate.
En ese momento el padre asintió y comenzo a contarle su idea. Martina seguia con mucho miedo y desconfianza pero intentaba no pensar tanto en que podria salir mal, sino en que seguramente en un futuro cercano seria feliz con el amor de su vida.
Cuando Lourdes volvio, Martina cambio su semblante por uno más relajado, de alguna manera que ella estuviese ahi, le daba paz.
—Te extrañe tanto mi amor. —dijo una vez que cerro la puerta detrás de ella para tirarse encima del cuerpo de la rubia.
—Y yo no te imaginas cuanto. —comenzaron a besarse.
—Es injusto. —Lourdes fruncio el ceño.
—¿Qué cosa? —preguntó Martina.
—Que me des un solo beso y ya quiera sacarte toda la ropa. —contesto levantando una ceja y tomando a Martina por sopresa cuando una de sus manos se deslizo por debajo de su pollera.
—Vos un día de estos vas a...matarme. —trago saliva al sentir dos dedos de Lourdes adentro de ella.
En ese pequeño cuarto, aprovecharon su tiempo a solas. Si bien las dos no podian contenerse y sacarse las manos de encima, esto tambien lo hacian por temor a no poder hacerlo más. Es extraño, pero Lourdes se levantaba todos los días pensando en que ahora tenia a Martina pero temía por el día que no. Y esa posibilidad se acercaba cada vez más.
—¿Podemos quedarnos aca para siempre? —preguntó la ojiverde aferrandose al abdomen desnudo de la rubia.
—Me encantaria pero no podemos. —ambas se miraron tristes.
Cuando se volvieron a poner toda su ropa y por fin salieron del pequeño cuartito, vieron que sus amigas se acercaban a ellas de forma urgente.
—¿Qué son esas caras? —preguntó Lourdes riendose hasta que vio la seriedad del asunto.
—Se van a llevar a Brisa. —dijo Micaela sin vueltas.
—¿Qué? —dijeron Martina y Lourdes a la vez.
—Eso que estan escuchando. —hablo Angie. —Van a sacarme a Bri.
El tono triste de la peliazul conmovio a ambas chicas, quienes salieron corriendo enseguida hacia el cuarto donde la hermana superiora vigilaba que Brisa haga sus valijas.
—¿Qué paso? ¡Bri! —gritó Martina entrando al cuarto.
—Señorita Benza, le agradeceria que no este acá mientras su compañera junta sus cosas. —le respondio la hermana.
—Digame por que se la quiere llevar y yo me voy. —le exigio.
—La señorita Dominguez esta encubriendo a dos personas. —comenzo a decir. —Y no me quiere decir quienes son las dos depravadas que estan incumpliendo con las exigencias del señor y de este instituto.
—¿De que habla? —Martina no entendía a que se referia claramente.
—Descubri esto. —le entrego un papel y era el de una carta que yo habia escrito, en esa no daba ni mi nombre ni el de Lourdes pero le pedia por favor a Brisa que me cubriera.
—Ella no hizo nada. —le devolvio el papel.
—No quiere decirnos quienes son entonces el mejor correctivo es sacarla de este lugar. —la hermana insistia.
—No....no se va a ir. —se planto la rubia nuevamente. —Brisa solo estaba siendo buena amiga para...para....—miro a su al rededor y todas las caras eran expectantes esperando a ver que iba a decir. —Ella estaba siendo una buena amiga para cubrirme a mi y a Ariana.
—¿Ah si que sos vos la que esta rompiendo las reglas? —rio ironicamente. —No se porque no me sorprende.
—Mart....—la rubia se dio vuelta inmediatamente y antes de que Lourdes se pusiera a hablar se lo impidio.
—Deje que Brisa se quede aca, esto lo podemos resolver nosotras. —le propuso.
—Ya que la señorita Iarlori ya no esta acá, supongo que usted queda como unica culpable. —la hermana superiora se acercaba lentamente a la rubia.
—No hagas eso Marti, no es necesario. —Brisa le grito desde atrás pero a ella poco le importo.
—Si, y no meta a Brisa, ni a nadie más. —le pidio. —Esto lo podemos arreglar nosotras.
—Esta bien, vamos, hasta la capilla, ya...dale. —Martina comenzo a acatar las ordenes.
Pero a Lourdes le vino a la cabeza exactamente todo los recuerdos de Martina en la capilla y estuvo a punto de cometer una estúpidez. Estúpidez que Angie pudo evitar a tiempo.
—Tranquila. —la pego Angie contra su cuerpo.
Lourdes le dedico una última mirada a Martina por el pasillo y sintió un escalofrio terrible recorrer por su cuerpo. Solo rogaba porque estuviese bien.
Pero ella sabía lo que iba a suceder en esa capilla.
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LIVING PROOF || Martuli
FanfictionEn una sociedad conservadora en los años 70, las apariencias son lo primero que hay que mantener, sobre todo si tu familia es de la elite. Lourdes Gonzalez es hija de una de las personas más importantes de Beaufort, un pequeño pueblo en Carolina del...