Capítulo 9.

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Scarlet

Luego de cenar nos reunimos todos en la bar. La música estaba muy fuerte y cada vez había más gente

— Nosotras vamos a pedir algo chicos —gritó Andrea y nos tomó de la mano para caminar directo a la barra.

Todavía seguimos en bikini.

— Un whisky para mí por favor —le pedí al chico de la barra y mire a Eva— Ey ¿que quieres tú?

— Oh, yo no bebo Scarlet.

«Imposible , ¿Como diablos no va a beber?»

—Pues una malteada para la chica.

Ya había pasado una hora cuando Eva se acercó a mí. Yo estaba sentada en la barra esperando por las bebidas que me habían pedido los chicos.

— Scar.

— ¿Si?

— Creo que deberías ver esto.

Me tomó de la mano y caminamos hasta el centro donde todos bailaban.

En eso Alex nos pasa por al lado con cara de enfado.

—¿Alex que pasó? —le dije pero el salió corriendo del lugar.

Y al mirar hacia delante lo entendí.

En una de las mesas estaban Dean y Andrea besandose. Él la agarraba por el cuello mientras ella tenía las manos en su pecho.

— Oh dios.

— Pobre Alex... —dijo Eva.

—¿Por qué? No entiendo...

—Scarlet, hablaba en serio cuando dije que los había visto besandose.

— No entiendo, entonces ¿No era para llevarme a tu cuarto?

— Eso lo pudiera haber hecho sin ninguna escusa.

Yo alcé una ceja.

«Vaya ego»

Ella soltó una pequeña carcajada.

— ¿Que hacemos ahora? No querrá hablar conmigo — dije y me abracé ya que tenía un poco de frío.

— Ve a la habitación, tienes frio, yo hablaré con Alex.

— ¿Y estos dos?

— Ya hablarás mañana con ellos, tranquila.

— Me buscas cuando termines ¿vale?

Ella sonrió y asintió.

Eva

— Alex ábreme la puerta por favor.

— No quiero hablar Eva.

Luego de abandonar el bar fui directo a la habitación del pelirrojo.

— Lo sé todo bobo , venga déjame ayudarte.

—¿Qué diablos sabes? —dijo el desastre de chico que había delante mío mientras abría la puerta.

— ¿Puedo entrar al menos?

Luego de entrar me senté en el sofá al lado de la cama.

— Los ví, anoche.

El hizo una mueca y se tiró en la cama. Me fijé en sus manos y tenía los nudillos rojos.

— ¿A quien le pegaste idiota? —le dije con mirada acusadora.

— A la pared...

Después de eso todo fue silencio.

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