Capítulo 20.

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Scarlet

Sé que no me puedo hacer una idea de lo que se debe sentir recordarlo todo de esa forma.

Y la verdad, ya no se que hacer.

Ha pasado una hora y seguimos en la misma posición, ella recostada a mi hombro y yo sintiendo su respiración mientras juego con su cabello.

— Evvie...

— ¿Mmm?

— Deberíamos irnos, ya está cayendo la noche.

(...)

Al llegar a casa pedimos unas pizzas a domicilio y mucho chocolate.

— Creo que chocolate es justo lo que necesitamos.

— Eva ¿Cómo te sientes?

— Estoy bien pequeña.

«Oh dios, como extrañaba ese puto apodo»

— Es solo que se suponía que lo había superado, y no se, ya lo superé pero recordar de pronto fue duro, por cierto Scarlet, iba a contártelo ese día ¿Sabes?

— Lo se Eva, y-yo lo siento de verdad por ser tan dura contigo debí escucharte.

— Da igual, no importa. Ahora ya lo sabes. 

Me acerqué a ella y pegué su frente a la de ella.

— A mi me importa Evvie —susurré y luego Eva me abrazó— Tus padres estan orgullosos de ti, lo se...

— El día de l-la muerte,  yo había peleado con ellos y por eso me quedé en casa, s-si yo hubiera manejado eso no habría pasado.

— No es tu culpa Eva.

— Quise decírtelo millones de veces, pero no pude y, al final nunca te enteraste por mi.

— Da igual, ahora lo se, y lo entiendo todo, joder yo misma te hubiera sacado de ese maldito orfanato si hubiera sabido.

Caminamos hasta la cama y Eva se sentó, yo no sabía que hacer así que me paré delante de ella y comencé a acariciar su pelo.

— No era tan malo sabes, lo peor fue necesitarlos y darme cuenta de que no estaban.

— ¿Y, tenías a-amigas allí?

— Oh sí, una, pero no tengo forma de contactar con ella, no tiene celular, aunque ya debe haber salido de allí hace unas semanas, era su cumpleaños, Lisa se llamaba.

— ¿Oh, y n-no te gustaba?

— Sé por dónde vas Scarlet y no, yo lo único que quería era salir de ese maldito lugar para verte.

— Oh...

— Ni siquiera tenía un teléfono para buscarte por internet o algo así.

— No importa, ya estás aquí —murmuré y sentí como ella cerraba sus manos en mis muslos, luego se paró de la cama y al estar delante de ella quedamos muy pegadas.

— Contigo —respondió Eva y su mano subió tortuosamente hasta mi cintura.

— U-unju.

— Que rápido es ponerte nerviosa, por cierto ¿Te gustó el beso en el parque de diversiones pequeña?

— N-no, tu sueles darme besos más largos.

— También suelo tocarte más —dijo y su agarre en mi cintura se profundizó —Joder y pensar que amanecí con tus manos en mis bragas hace dos días.

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