Capítulo 13.

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Scarlet: una semana después

— Tres licuados de fresa por favor.

— ¿Ya podemos hablar? —dijeron Andrea y Alex a la vez.

Había pasado una semana y nos encontrábamos ahora mismo en una cafetería cerca del estudio.

— Vale.

— ¿Que te sucede Scarlet? —susurró Alex y Andrea asintió.

— Has estado nerviosa hoy, llevas ensayando toda la mañana desde muy temprano y tú no eres así.

— Es Eva ¿verdad? —dijo Andrea y colocó su mano sobre la mía.

— Oh, no e-em, ella, regresa hoy.

— Tienes miedo de que no vuelva ¿Cierto?

— Claro que no —mascullé mientras le prestaba atención al camarero que nos traía los licuados— Ella volverá...

— Scarlet —me dijo Alex y pasó su brazo sobre mi hombro— Eva volverá.

— ¿Qué lo asegura Alex?

— Solo confía.

Yo tomé un sorbo de ese delicioso licuado de fresa con crema encima y suspiré. Llevaba una semana nerviosa, casi no dormía y todo porque tenía miedo. Miedo de que volviera a ocurrir, miedo de que me volviera a dejar. Y se que no éramos nada ni siquiera sé si seremos algo pero tanto ella como yo sabemos que la dejé volver a entrar a mi vida desde hace bastante tiempo.

— Mejor cambiemos de tema.

— Exacto, mejor hablemos de Cameron —dijo Andrea y me lanzó una mirada que no entendí.

— ¿Cameron? ¿Que pasa con ella?

— Está muy pegada a ti últimamente Scarlet.

— No se de qué hablan chicos, solo está tratando de hacer una amiga.

— Eso espero... — susurró Andrea

La chica solo quiere hacer amigas —Pensé ¿Por qué diablos la ven con otras intenciones?

— Venga pesados, vamos a practicar.

— Scarlet nos hemos pasado el maldito día practicando, ¿es necesaria la tarde también?

— Chicos no se quejen por dios, venga vámonos, Cameron debe estar al llegar, pediremos pizza para el almuerzo.

Eva

Ya había pasado una semana, no había ni descansado y aquí estaba de vuelta. Pero no, no había llegado a casa. Me encontraba a la entrada del estudio de Scarlet, con mis dos grandes maletas.

«La extraño joder»

No aguantaría otro día más sin verla.

Siempre la extraño en realidad, incluso a su lado. Podría estar pegada a ella todo el día si quisiera.

— ¡Vale pues, allá vamos! —dije y acomodé mi suéter, ya era invierno y empezaba el frío.

Aunque en realidad no era mío...

Abrí la puerta y el cálido interior me recibió con una melodía de una guitarra eléctrica muy bonita. Al mirar a mi alrededor me fijé en todos los equipos de música y sonido que habían por el cálido estudio de amplias paredes blancas. Hasta que mi vista cayó en la chica al fondo.

— Pero mira quién está aquí... —dije y sonreí, estaba un poco nerviosa.

Scarlet levantó la mirada y por un momento sonrió. Luego soltó su guitarra y se paró de su asiento. Tocó su cabello y volvió a sonreír.

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