Prólogo

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Dicen que cuando mueres, ves en cámara lenta todo lo que viviste, cada recuerdo pasa ante tus ojos. Pero ella descubrió que eso era mentira. No podía pensar en otra cosa que no fuera sobrevivir, quería gritar, pedir ayuda, pero de su garganta no salía sonido alguno, sus manos se seguían agitando, esperando que algo detuviera su caída, pero eso jamás pasó. Seguía cayendo hacia su cruel destino y no había nada que lo pudiera impedir.

Finalmente se resignó a la cruda realidad de que ese era su fin. Su mente intentó relajarse, si iba a morir, no quería hacerlo como una bebé llorona, quería hacerlo de una manera tranquila, sin dramas en su último respiro, tal como un ninja lo haría.

De un momento a otro, todo se detuvo.

¿Estoy muerta? ¿Así se siente morir?

En realidad, no sentía malestar alguno, era como quedarse flotando en medio de la nada, sus extremidades se adormecieron y su mente se inundó de una extraña paz, se sentía ligera y al mismo tiempo como si hubiera corrido un maratón, era un sentimiento difícil de explicar y que nunca había experimentado. Por fin estaba poniéndose cómoda en ese peculiar ambiente, cuando de pronto sintió que alguien la tomaba del brazo, abrió los ojos y vio a alguien de capa y piel completamente blancas, la persona la empujó hacia atrás, a sus pulmones les comenzó a faltar el aire, su cuerpo sintió un terrible dolor y cayó azotándose en el polvoriento suelo.

Tosió a causa del sentimiento de ahogo que había experimentado hacía apenas unos segundos y también por el polvo que había entrado a su boca, se apoyó en un brazo, intentando ponerse de pie, pero no pudo alzarse ni un poco, estaba exhausta y adolorida, un ardor le recorría la garganta mientras un sabor amargo se instalaba en su lengua. Por fin, su mirada recorrió el lugar donde se encontraba. Aún era de noche, por lo que no pudo ver casi nada de lo que había a su alrededor, la luz de la luna iluminaba débilmente al paisaje, pero su enflaquecimiento era tal, que su vista solo recibía imágenes borrosas.

A lo lejos pudo distinguir un pequeño riachuelo, que destacaba gracias al reflejo de la luna, como pudo se arrastró hasta quedar cerca de él, y sus manos viajaron hacia el agua fresca, su boca reseca, buscó desesperadamente el líquido vital, pero apenas se humedecieron sus labios, su cuerpo expulsó lo que tenía en el estómago, sus músculos temblaron, al igual que su lucidez, estaba a nada de perder la conciencia, por fin, la muerte le llamaba. O al menos eso pensaba. Sus ojos se fueron cerrando lentamente, aunque hacía grandes esfuerzos por mantenerlos abiertos, sabía que había perdido mucha sangre y estando en esas condiciones sin algún tipo de ayuda médica, no aguantaría la noche. Sin poder evitarlo, terminó por sumirse en la oscuridad.

Yᴏsᴏᴋᴜ |𝑁𝑎𝑟𝑢𝑡𝑜 𝑈𝑧𝑢𝑚𝑎𝑘𝑖|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora