♉Capítulo 2♉

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— Hola J, se te está volviendo costumbre el llamarme —digo tranquila al teléfono.

— Es que eres muy buena en tu trabajo, necesito un favor —responde el hombre al otro lado de la línea.

— Los favores son gratis, ¿de cuánto hablamos?

— Un millón ¿te parece? —dice.

— Mmm...es razonable, ¿dónde y cuándo?

— Nueva Orleans, esta noche.

Narrador omnisciente

Antonio entraba al interior de unas grandes murallas.

— ¿Ahora que pasa Escorpio? —pregunta a un chico pelinegro que avanzaba hacia él por el pasillo.

— No te acomodes, tenemos una misión —advierte.

— Información —pide este.

— Unos traficantes están haciendo de las suyas, hay un Crack entre ellos.

— ¿Habilidades? —cuestiona el mayor.

— Según nuestras fuentes, control y otorgamiento de poderes a armas.

— Eso es malo.

— Lo sé, prepárate Tauro —advierte este y coloca una mano en el hombro del ojiazul, desapareciendo de la estancia de un momento a otro.

Pov Roxana

Tarareo la melodía de una canción mientras me acerco a la dirección dada. Ya casi está amaneciendo así que será mejor que acabe con esto pronto.

« Solo espero no aparezcan esas personas nuevamente. »

En algunos de mis  encargos me he topado con otras personas con poderes, no sé si sean asesinos a sueldo igual que yo o pertenezcan a algo más grande, de lo que estoy segura es que es mejor evitarlos.

Me detengo frente a un edificio abandonado y balanceo el bate que llevo hasta sobre mi hombro. No logro ver mucho desde aquí pero siento la mirada de alguien en mi nuca.

Cierro los ojos, concentrándome, y al volverlos a abrir camino sin prisa hasta el interior.

Hay algunos hombres en el pasillo que no advierten mi presencia mientras paso por sus lados, escucho murmullos de que han atrapado a dos Zodiacales.

« ¿Zodiacales? »

Me cuestiono mientras avanzo, un hombre sale de una gran sala y antes de que se cierre la puerta corro pasando por esta.

— Así que ustedes son los hijos de puta que han tratado de asesinarnos —Un hombre algo regordete ríe, tapándome la vista de quienes están en una silla frente a él y otro tipo más que extiende sus manos hacia adelante con un brillo morado.

« Tienen poderes, ya veo porque J me envío a deshacerme de su basura. »

— ¡Jefe! —volteo al oír aquella exclamación y un hombre de unos veinte años pasa corriendo por mi lado.

—  ¿Qué ocurre? —responde el señor gordo.

— Vi a una chica en la entrada —advierte.

« Chivatón. »

— Espero te hayas deshecho de ella.

« En sus sueños. »

— No, le apunté con la franco pero de un momento a otro se desvaneció —dice alterado.

— ¿Se desvaneció? —mira a todas direcciones y una asquerosa sonrisa adorna su cara—. Sé que estás aquí —dice y al caminar unos pasos adelante me doy cuenta, en las sillas están sentados un chico pelinegro que es un extraño para mí y...

Escuadrón  ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora