Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
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La cabaña se encontraba sumida en la penumbra, apenas iluminada por la débil luz de una lámpara de aceite. Maestro y ex-pupilo compartían una cena tensa en la pequeña mesa, el aire saturado de un silencio incómodo y miradas de recelo. Afuera, el viento susurraba entre los árboles del bosque cercano, como si la naturaleza misma estuviera al tanto de la intriga que se desarrollaba en el interior.
El sonido metálico de la tetera resonó en el aire, mientras Manipulens servía té en las tazas. Aunque el ambiente estaba cargado, el aroma reconfortante de la infusión flotaba en el aire, intentando romper la incertidumbre que persistía entre ellos.
―Aquí tienes tu té, Maestro ―El de tez clara ofreció la taza con una sonrisa forzada.
Patada tomó la taza con agradecimiento, pero no pudo evitar notar un toque amargo en el sabor. Frunció el ceño levemente y miró al otro con suspicacia.
―¿Hay algún motivo para que el té tenga este sabor tan peculiar? ―preguntó, con un tono calmado pero teñido de escepticismo.
Manipulens levantó la mirada, su mirada rubí encontrándose con los del mayor .
―No sé a qué te refieres, Solo preparé el té como siempre lo hago― El mas joven trató de mantener su compostura.
El maestro dio un sorbo y, aunque intentó ocultarlo, la mueca en su rostro no pasó desapercibida.
―Este té tiene un toque amargo que no haz preparado antes. ¿Estás seguro de que no estás mezclando algo más? ― Patada estaba decidido a obtener respuestas.
Manipulens suspiró, sintiendo la tensión en el aire aumentar.
―Si no te gusta, simplemente no lo bebas , no estoy aquí para complacer tus exigencias. ―
Patada dejó la taza con brusquedad sobre la mesa.
―Esto no se trata solo del té, Manipulens. Está claro que algo te está molestando. ¿Vas a decirme qué es o voy a tener que adivinarlo? ―
El mayor clavó su mirada en su acompañante, exigiendo respuestas, este a regañadientes, se hundió en su silla, sus ojos esquivando la intensidad de la mirada del de cabello cian .
―¿Qué más quieres, eh ? ¿Quieres que te pida perdón todos los días de mi vida? ―El joven se levantó, exasperado.
El ambiente retomo un breve silencio, minutos después el maestro se puso de pie, con la paciencia agotándose. con su mirada fija en el de tez clara y pronuncio.
―¡Tu sabes lo que hiciste y lo entiendes muy bien !― exclamó , con su mirada fija en el exalumno.
Manipulens levantó la vista, encontrando la mirada intensa del mayor. ―Perdona si no cumplo con tus altos estándares de nobleza y bondad ―
respondió sarcásticamente, sirviéndose una taza de té antes de seguir enfrentando al contrario. ―Estoy aquí solo porque crees que necesito tu vigilancia constante.
