Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
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Por la mañana cálida, en el palacio de la region del Este, el joven emperador Liang se encontraba disfrutando de su baño en la piscina del palacio. Las damas criadas cuidaban las plantas del lugar y la cuidadora del emperador, Yan Yan, estaba cerca, vigilándolo. Mientras se divertía al borde de la piscina, el emperador conversaba de cosas triviales con Yan Yan, quien respondía amablemente.
— ¿Sabías que las tortugas pueden vivir más de 100 años? —dijo el emperador, salpicando agua juguetonamente.
— Sí, Su Majestad, —respondió Yan Yan con una sonrisa forzada—. Es fascinante, ¿verdad?
De repente, uno de los generales llegó corriendo hacia el lugar. Se presentó con voz firme:
— Buenos días su excelencia. Soy el general Jeo Baeh, teniente de infantería de su reino.
Yan Yan, sorprendida por la imprudencia del soldado, estaba a punto de mandarlo a retirarse cuando el emperador levantó una mano para detenerla.
— Déjalo proseguir, quiero saber que nos va a decir —dijo con curiosidad.
Jeo respiró hondo y comenzó a explicar, con un tono serio y urgente.
— Majestad, he venido a informar de unos sucesos graves de corrupción dentro de mi jurisdicción. Parte de los Guerreros Tormenta, aliados a nuestro reino por influencia del ministerio, han estado saqueando algunos pueblos y haciendo proselitismo político a favor de sí mismos.
Mientras hablaba, Yan Yan comenzó a ponerse nerviosa, sus manos temblaban ligeramente. El emperador frunció el ceño, mostrando una mezcla de preocupación e interés.
Jeo continuó, recordando los momentos más críticos de su investigación:
— Hace unos días, en un pequeño pueblo cerca del río, un grupo de Guerreros Tormenta estaban intimidando a los aldeanos. Les exigían tributo a cambio de "protección". Un hombre mayor se arrodillaba ante ellos, rogando por la seguridad de su familia. Ellos simplemente se rieron y tomaron todo lo que pudieron. —dijo, narrando la escena con dolor evidente en su rostro.
— Durante semanas seguí sus movimientos, reuniendo pruebas. Vi cómo intimidaban a los agricultores y obligaban a los comerciantes a pagar para mantener sus negocios abiertos. estaban organizando reuniones secretas, incitando a la rebelión contra el orden establecido bajo su bandera.
Hizo una pausa para calmarse y luego continuó:
— Finalmente, después de mucha investigación, logré identificar al líder de esta operación. Alguien que puede atentar seriamente contra nuestro reino.
El emperador se enderezó en su asiento, la preocupación evidente en sus jóvenes ojos.
— ¿Quién es el responsable? —preguntó con voz firme.
