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La noche se cernía sobre el lugar y, con ella, una luna llena radiante pintaba el cielo de tonalidades plateadas

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La noche se cernía sobre el lugar y, con ella, una luna llena radiante pintaba el cielo de tonalidades plateadas. Manipulens, se encontró repentinamente bañándose en el río bajo el manto nocturno.

Las aguas fluían serenas, reflejando la luz de la luna como destellos de magia. El de tez claro, envuelto por la quietud de la noche, se quedó observando la luna llena que descendía una estela de luz sobre el río. Una sensación de paz y misticismo lo embargó.

De repente, un gran llanto resonó en la calma de la noche, moviendo las aguas del río como un eco resonante. El joven, intrigado, se sumergió en las aguas iluminadas por la luna y se dejó llevar por el sonido que lo envolvía. La corriente lo guiaba hacia algo desconocido, y la misteriosa melodía del llanto lo atraía como un hechizo.

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La escena se desvaneció, y el de mirada rubí emergió de su sueño a la realidad de su habitación en la cabaña. La luz de la mañana apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, y el río nocturno se desvanecía en su memoria.

La confusión y el enojo se apoderaron del joven al darse cuenta de que el llanto que lo había envuelto en el sueño provenía de la pequeña recién llegada. Sigiloso, se acercó a la habitación del mayor, donde encontró a la bebé en una cuna improvisada de cajones de frutas al lado de la cama del maestro.

Patada, sumido en un sueño profundo, no parecía inmutarse ante el llanto de la nena. El de tez clara, enojado y decidido a poner fin al alboroto, intentó despertar al contrario llamándolo por su nombre, pero los intentos resultaron infructuosos.

Sin paciencia, Manipulens samaqueo al maestro con brusquedad, pero este seguía sumido en su sueño. La frustración del joven aumentaba con cada intento fallido. Finalmente, el de cabello morado agarró un jarrón cercano y, sin dudar, vertió agua sobre el rostro ajeno.

El mayor se despertó de golpe, empapado y desconcertado. La mirada furiosa del contrario lo enfrentó.

― ¿Puedes dejar de roncar y atender a esta criatura? ―gruñó Manipulens, señalando a la bebé.

Patada, aún adormilado y sorprendido por el inesperado despertar, parpadeó varias veces antes de procesar la situación.

― ¿Qué demonios...? ―murmuró , mirando al joven con confusión.

La bebé, tras un breve intervalo de calma, volvió a llenar la cabaña con su llanto. El de cabello morado, ya irritado por la interrupción de su sueño, pensó que la pequeña tenía hambre.

―Debe tener hambre, idiota. ― dirigiendo una mirada de reproche al otro hombre.

Ambos se dirigieron a la cocina en busca de algo para alimentar a la bebé. Sin embargo, la búsqueda reveló que no tenían leche en la cabaña. El llanto persistente de la bebé comenzó a agotar la paciencia de Manipulens.

Moonlight- Patada y Manipulens -KFW (Kung Fu Wa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora