Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
...
Pronto todos los participantes del torneo fueron guiados a otro recinto donde recibirían las últimas indicaciones para empezar a participar, el maestro andaba algo distante mientras el pelimorado aún seguía atónito ante lo que había escuchado.
Una vez dentro del salón de altas paredes, el guía que era un amigable anciano, con su habitual sonrisa y tono alegre, anunció para los 200 participantes.
— Muy bien, guerreros, presten atención. El siguiente reto será simple pero necesario para determinar su número para participar en el torneo. Aquí está la prueba: —el guía señaló hacia el centro de la sala, donde colgaban varios pergaminos numerados en lo alto, sostenidos por cuerdas de diferentes longitudes.
— El objetivo es alcanzar uno de estos pergaminos. Pero hay una condición: ¡no pueden usar escaleras, ni ayudarse mutuamente! Deben usar únicamente su destreza y agilidad.
Los participantes comenzaron a moverse rápidamente, cada uno evaluando cómo alcanzar los pergaminos. Algunos saltaron, otros intentaron trepar por las paredes cercanas, y algunos pocos optaron por tomar los que estaban a su alcance, otros buscando puntos de apoyo en los muebles o estructuras del salón.
Manipulens observó la escena con calma antes de acercarse a uno de los muebles cercanos. Con un ágil salto, se impulsó hacia una cuerda que sostenía un pergamino uno de los más altos, agarrándolo con facilidad.
— Demasiado fácil y sin magia —dijo el de tez clara con una sonrisa, mientras bajaba y mostraba el objeto al mayor.
Este, en cambio, estaba luchando un poco más. Había intentado pero no lograba alcanzar las cuerdas que deseaba. Mientras observaba al contrario burlarse desde el suelo, decidió cambiar de táctica. Corrió hacia una pared, impulsándose con fuerza para hacer un salto mayor. Finalmente, logró alcanzar una cuerda y arrancó el rollo más alto de todos.
— ¡Lo tengo! —exclamó, mostrando su pergamino triunfante.
El de mirada rubí soltó una risa burlona.
— Tardaste tanto que pensé que ibas a pedir una escalera.
— ¡Oh, por favor! Solo estaba dando suspenso para el show...como tú le dices —se defendió mientras trataba de impresionarlo.
...
El guía, viendo que la mayoría había conseguido sus rollos, pidió a todos que se alinearan según los números que habían obtenido. Ambos hombres compararon los suyos y se dieron cuenta de que estarían en turnos cercanos.
— Al menos no tendremos que esperar mucho. —dijo el más joven, guardando su pergamino con cuidado.
— Sí, pero recuerda que este es solo el comienzo hay que estar alertas —respondió el contrario
