Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
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Por la noche, en el palacio, el joven emperador dormía tranquilamente cuando comenzó a tener una pesadilla. Se movía inquieto, tratando de despertar, soltó unas leves lágrimas hasta que finalmente gritó. Dos guardias del pasillo, alertados por el grito, corrieron a socorrerlo.
— ¡Su Majestad! —exclamó uno de los guardias, abriendo la puerta de la alcoba.
Poco después llegó Yan Yan, su cuidadora, aun en pijamas. Al ver la confusión, el emperador, todavía alterado, alejó a los guardias con brusquedad.
— ¡Fuera! ¡Quiero estar solo con Yan Yan!
Los guardias intercambiaron miradas nerviosas, pero obedecieron inmediatamente, retirándose del recinto. Yan Yan se acercó al joven emperador y este la abrazó, tratando de buscar consuelo.
— Emperador, ¿estás bien? —preguntó suavemente.
— Llámame Liang,por favor —pidió él, con la voz temblorosa—. Somos amigos, ¿verdad?
Yan Yan dudó por un momento, pero finalmente asintió.
— Claro,... Liang. ¿Qué soñaste?
El más joven se apartó un poco, sus ojos llenos de preocupación.
— Fue una pesadilla horrible, —dijo, tomando aire—. Estaba en el balcón real, todo se veía borroso. De repente, una fuerza azul de fuego me atravesó, acabando con mi vida. Sentí como caía al abismo.Me daba mucho miedo.
La dama lo miró con ternura, acariciando su cabello.
— Solo fue un sueño, —dijo con suavidad—. Estás a salvo aquí, con nosotros.
Liang asintió, intentando calmarse.
— Gracias, Yan Yan. —dijo finalmente, apoyándose en ella—. No sé qué haría sin ti.
La fémina sonrió, sintiendo el peso de la responsabilidad que tenía con el joven emperador.
— Siempre estaré aquí para ti, ....Liang.
Se quedaron así, en silencio, mientras la calma volvía poco a poco al cuarto. Afuera, los guardias permanecían alerta, asegurándose de que el estuvieran seguros.
...
Por la mañana, Manipulens se levantó en la posada donde estaba descansando. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas rojas, llenando la habitación de una cálida claridad.
El susodicho se sentó en el borde de la cama, estirándose perezosamente antes de dirigirse al pequeño espejo en la pared. Mientras se peinaba su larga cabellera, sus pensamientos se llenaban de sus recientes experiencias .
— Debo dar una buena impresión en el torneo, —se dijo a sí mismo—. No puedo permitir que los errores del pasado me afecten.
Recordaba las enseñanzas de su exmaestro y la importancia de mantener la concentración. Pero también sabía que no debía confiarse, que los desafíos en el torneo serían formidables.
