Cuestionando al líder

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Como era de esperar, la noticia de cómo le había salvado la vida al jarl Balder Odinsson corrió como la pólvora por todo el clan.

     Nuestro líder y su familia eran muy queridos.

—Tuviste suerte—decía Asger riéndose de mí—. Si la mujer se llega a dar la vuelta...

—Gracias—sonreí a mi amigo.

     Aquella era su forma de decirme que la situación le había asustado.

     Asger bufó y miró al frente. Yo le puse la zancadilla y eché a correr hacia donde entrenaban los guerreros del jarl. Éste había asegurado que yo sería una auténtica Skjalmö, una doncella escudera, quien lucharía para proteger a su pueblo como la gran skjalmö Lathgertha, esposa del caudillo Ragnar Lodbrok.

—Ya lo hemos hablado, Balder—escuché a lo lejos la tranquila voz de mi tía Brunilda—. Sé muy bien de lo que sería capaz mi amada Bestla con un escudo y una espada pero... ése no es su destino.

     Me escondí entre el carro con leña y el edificio que hacía las veces de almacén para poder escucharlos. Asger se mantuvo en silencio.

—El destino se puede cambiar—insistió el jarl con firmeza.

—Las nornas ya han hilado su destino. Bestla será preparada para ser una völva—replicó mi madre adoptiva.

—Svern, Brunilda... Bestla es una skjalmö, no es una völva. Una única predicción durante delirios febriles no la convierten en una. Pensadlo. Ella tiene madera de skjalmö. En el futuro será la mujer de mi hijo Asger. Eso fue lo que predijo el padre de nuestra völva.

     No quise seguir oyendo el resto de la discusión. Llevaba escuchando aquella tontería desde poco antes de la muerte de mi madre. Ella quería que yo fuera völva y había exagerado la verdad acerca de mi supuesta predicción.

     Yo no había vaticinado nada. La gente del clan había ido enfermando y yo, en mi estado febril, dije que muchos no sobrevivirían. Eso era algo que cualquiera sabía.

—No voy a ser una völva—le dije a Asger con amargura cuando se reunió conmigo en la poza termal—. Tampoco seré tu esposa. Eso es algo asqueroso.

—Sí, es asqueroso—coincidió conmigo—. Tú serás una doncella escudera y lucharás a mi lado. Siempre.

     Nos tumbamos en el césped aún cálido. El día casi había llegado a su fin.

OCHO AÑOS DESPUÉS:

     El sonido metálico de nuestras espadas retumbaba en el claro en el que nos ejercitábamos. Asger se había vuelto muy fuerte en este tiempo pero yo no me quedaba atrás.

     Ahora era mucho más alto que yo. La barba empezaba a cerrarse alrededor del tercio inferior de su perfecto óvalo. Él había heredado el cabello castaño de su madre y los impresionantes ojos aguamarina de su padre.

     Aún no era tan corpulento como el jarl Balder pero, era cuestión de tiempo que se hiciera un hombretón tan imponente.

     Asger, que había perdido su arma principal, se abalanzó sobre mí con la daga intentando valerse de su físico. Yo me enganché con piernas y brazo a su extremidad dominante. Acabé colgada a él como u osezno a su madre.

     Mi mejor amigo estalló en carcajadas a tiempo que se meneaba con fuerzas tratando de desembarazarse.

—¡Suelta! —Demandó intentando sonar serio.

—No hasta que reconozcas que te he ganado... otra vez.

—No me has ganado, Bestla. ¡Has hecho trampas! —Se quejó.

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora