Más allá de las Nornas.

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NOTA DEL AUTOR: Contrariamente a lo que se piensa y a diferencia de otras culturas, los vikingos no tenían figuras equiparables a los sacerdotes como pudieran ser los Druidas en la cultura celta puesto que su relación con sus dioses no era de subordinación, sino de conveniencia para evitar determinadas situaciones. Desde nuestro punto de vista monoteísta (con un único dios creador y tal) se les denomina "brujos" o "hechiceros". Ellos, en cambio hablaban del "Seidr", un término para referirse a un tipo de hechizos o brujería realizado por estas personas a las que llamaban sjåmadhr (hombre que ve) o völva (mujer que ve). Dichos hechiceros o practicantes de Seidr tenían el don de comunicarse con entidades divinas y ocultas. Solían hacerlo por encargo y a cambio de dinero. Y, pese a lo que se ve en series o en películas en las que se les intenta divinizar o elevarlos de estatus como ocurriría con sacerdotes o druidas, al parecer solían estar más bien marginados. Se les solía ver como parias, sobre todo con la difusión del Cristianismo en la fase más tardía del paganismo vikingo.


Magnus gruñó a mi lado. Hizo una mueca de dolor, dormido, y se dio la vuelta. Sigurd se había acomodado entre nosotros dos. Les observaba mientras alimentaba a Hildur acariciando al mismo tiempo los suaves mechones de oro de Sigurd. Él se estremeció y cambió de postura. Magnus gruñó y abrió los ojos.

—Hola, nena.

     Sonreí y le di un beso cuando se incorporó.

—Buenos...

     La frase quedó suspendida cuando lo vi salir de la cama completamente desnudo. Parecía darle igual que le vieran así.

—¿Te quieres poner algo?

—La verdad es que no. Lo que quiero ahora mismo es mear... Hola, pequeña feil—dijo y besó la cabecita de Hildur. Luego arropó a Sigurd y lo besó también.

     Salió de la habitación como su madre lo había traído al mundo.



Magnus:

—Olof ha preguntado por ti—dijo Gudrun a mi lado en el meadero. Él llevaba unos pantalones.

—Gracias por salvarla. No me habría perdonado perderla por...

—¿Pensar con la polla? Magnus, tenías que haber acabado con ese sitio. En cambio te has traído a dos putas que...

—Cuidado con lo que vas a decir, Gudrun. Yo soy el jarl. Mi palabra es ley. Yo decido a quién atacamos y cuándo lo hacemos. Que no lo haya hecho ahora no significa que no lo vaya a hacer. Así que cierra la maldita boca. Muestra respeto por mi mujer y por la mujer de tu hermano. Si no te gusta, lárgate. 

—Son el maldito enemigo, Magnus. No los trates como si...

—Cómo si ¿Qué, Gudrun? ¿Por qué son el maldito enemigo? ¿Qué sabes tú que no sabe tu jarl?

—Para tu padre fue una cuestión de honor.

     Me giré en redondo y lo miré a los ojos. El jefe de exploradores hizo grandes esfuerzos para no desviar la mirada hacia otras zonas de mi cuerpo.

—¿De qué coño estás hablando? ¿Cómo que "una cuestión de honor"?

—Tu padre estuvo prometido a la mujer del jarl Balder mucho antes de conocer a tu madre y antes que él fuera el jarl. Se iban a casar. Balder asaltó nuestro primer asentamiento y la secuestró. El jarl Halfdan la buscó por todos lados asustado porque le hubieran hecho daño. Para cuando la encontramos, ella acababa de casarse con Balder. Se negó a devolverle su dote a Halfdan y su marido lo humilló delante de todos los suyos. Astrid fue terriblemente cruel al burlarse de un hombre que habría dado su vida por ella sin dudarlo. Tiempo después su padre le ofreció en matrimonio a su hermana mayor, Olof. Tu madre y su hermana. Astrid traicionó a su sangre al casarse con Balder y romper la alianza con Halfdan. Ése es el agravio que tú debes reparar.

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora