La muerte de Balder.

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SEMANAS DESPUÉS:

La noticia de mi compromiso con Asger corrió como la pólvora. En general casi todos se alegraron por nosotros.

     La única excepción fue mi familia.

     Mi padre estalló como nunca. Mi madre me dedicó unas palabras tan crueles que me saltaron las lágrimas. Pero, de todos ellos la peor, sin duda, fue mi querida Weth con su maldición. Si no conociera habría dicho que era su corazón herido lo que hablaba por ella, sin embargo, sabía que tras su ruptura con Balder Odinsson ella misma se lo había arrancado y tirado a la basura.


—¿Bestla? —Reconocí al instante la voz de mi futuro suegro pero, no quería que me viera en el estado en que me había dejado el encontronazo con mi familia—. ¿Qué ha pasado? ¡Mírame! —Ordenó con firmeza.

     Me di la vuelta con la cara gacha. Él, con paternal delicadeza, levantó mi rostro para que mis ojos pudieran verlo. Solo que no lo podía ver por lo hinchado que tenía los párpados.

—¡En nombre del Padre de Todo! ¿Qué coño ha pasado?

—Nada, mi jarl. Yo...

—No me mientas, Bestla. No. Me. Mientas. ¿Ha sido tu familia?

—Sí, mi jarl.

—¿Ha sido por tu compromiso con Asger?

—Sí, mi jarl.

     Al ver el fuego en la mirada del curtido guerrero supe que las cosas se iban a poner bastante feas para mi familia.

     Y, aunque, podría haberme quedado al margen a tiempo que mi nueva familia me vengaba, lo cierto era que no podía. Mi lealtad estaba con mi sangre.

     A pesar de la paliza de mi padre. A pesar de las duras palabras de mi madre. A pesar de la maldición de mi hermana. Mi lealtad moriría con ellos.

—Por favor, mi jarl. Os ruego que no intervengáis.

—¿No quieres que intervenga? Esos desgraciados se han atrevido a ponerle una mano encima a mi hija. Desde que aceptaste a Asger te convertiste en mi familia. Tú y él sois mi mundo. Si alguien os hace algo se las ve conmigo.

—Padre, por favor—dije apelando a su gran corazón—. No alcéis vuestra mano contra ellos. Seguro que temen el castigo de los Dioses por mi hermana. Está encinta.

     El jarl abrió los ojos como si le hubieran dado un golpe muy fuerte en el estómago. Su gesto cambió por completo y su rostro perdió todo el color.

—¿Weth va a ser madre? ¿De cuánto está?

—Aún está en el momento crítico, mi jarl. Por favor, no los castiguéis. El embarazo de mi hermana está siendo difícil. Su matrimonio... Knutt no la trata bien. Ella... ¿Jarl Balder?

     Maldije mi propia estupidez al darme cuenta de que con toda seguridad aquel bebé sería suyo. Weth y Balder ya eran amantes desde mucho antes de su boda con Knutt. Posiblemente el hecho de haberse quedado embarazada fue lo que precipitara su enlace con él. Gruñí al darme cuenta que la había jodido por completo.

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     Balder no estaba nada contento. A la traición de la agresión de su hija había que sumar el silencio de Weth por su estado.

     El jarl salió furibundo de la enorme Casa Comunal del clan del Tuerto.

     Sabía que a aquella hora Svern estaría trabajando con los caballos.

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora