Profecía cumplida.

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Bestla:

Abrí los ojos. Sonreí al sentir el cálido abrazo de mi amado. Era incapaz de recordar algún día en que no hubiéramos dormido juntos. Nos hicimos inseparables desde el momento mismo de nuestro nacimiento solo con horas de diferencia.

     Me di la vuelta y quedamos de frente. Asger dormía profundamente. Su gesto, con sus dulces labios entreabiertos, era de una paz total. Sin ningún tipo de pudor admiré su rostro esculpido por los mismos dioses. En nuestra mitología Balder, hijo de Odín, era el dios de la paz, la luz y el perdón. Las sagas solían hacer referencia a su atractivo. Aseguraban, además que fue el hijo más amado de Odín. 

     Tan profundo fue su amor por su hijo que nunca pudo superar la muerte del joven dios.

     Asger me recordaba bastante a Balder. Supongo que sería porque su padre se llamaba igual y era alérgico al muérdago, material que le costó la vida al dios. Y ésa fue la razón por la que sabía que su vida corría peligro.

     Estaba convencida de que le habían tendido una trampa usando a su padre como señuelo para que alguien acabara con su vida. A fin de cuentas ya lo había vaticinado la völva.

     Tenía que encontrar el modo de salvarlo. Nos casábamos en un par de semanas. Entonces le hablaría de mi estado de buena esperanza y le pediría que nos fuéramos del poblado.

—¿Me vas a matar ya o tengo que seguir esperando? —Oí el tono burlón de Asger.

—Buenos días a ti también. Deberías irte antes de que alguien te pille aquí—le aconsejé.

—Llevamos durmiendo juntos toda la vida, nena. Es una tontería...

—¡Ya lo sé! —Le corté—. Pero, deberías recordar que ahora estamos prometidos y...

—¡Tú no vas a ser ninguna völva! —Contraatacó—. Así que olvídate de esa mierda de no poder dormir juntos. Eres mi mujer y me vas a hacer padre—aseguró pillándome desprevenida mientras ponía su manaza en mi vientre—. Te conozco tanto que soy capaz de percibir el más mínimo cambio en ti.

—¿Desde cuándo lo sabes? —Lo miré asombrada.

—De hace unos días.

—Más o menos el mismo tiempo que yo.

—Nuestros corazones y mentes están unidas—dijo con una bonita sonrisa tomando mi mano colocándola en su pecho—. ¡Éste es el nexo de unión! —Replicó bajando mi mano a su dura erección matutina.



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     El clan se fue despertando como de costumbre salvo por el hecho de tener retenido en uno de los almacenes a su amado jarl.

     Eran pocos, por no decir ninguno, quienes creían que Balder hubiera matado sin ningún motivo al marido de Weth, hija de Svern. Estaba claro que Knutt tenía sus excentricidades, como que nunca se le conoció novia alguna hasta su matrimonio con Weth. Pero, de ahí a que le arrebataran la vida había un largo trecho. A pesar de que nunca hubieran visto en actitud romántica al malogrado matrimonio tampoco les extrañaba que la joven hubiera logrado lo que ninguna más en el clan pudo conseguir. Weth era tan hermosa que parecía no pertenecer a Midgard.

     Aquella mañana en el clan del Tuerto no se hablaba de otra cosa que no fuera el misterioso asesinato de Knutt y la extraña detención del jarl Balder Oddinsson.

     Hubo, incluso, quien insinuó que se pudiera tratar de un lío de faldas que salió mal. Exponiendo que todo aquello se trataba, en realidad, de un asesinato por celos. Esa persona sostenía que el jarl Balder estaba enamorado, en secreto, de la hermosa Weth y que no pudo soportar que ella se casara con Knutt. Muchos se rieron de aquella teoría alocada. 

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora