Vaticinio.

13 4 4
                                    

Tras la fuerte discusión entre Asger y su padre decidí evitarlos a ambos.

     El jarl Balder amaba a su hijo, Asger Baldersson, por encima de todas las cosas. Tanto como para haber cerrado, él mismo, las puertas del amor.

     Me había levantado un poco antes de la salida del sol para evitarlos. Gracias a la boda de mi prima y a la celebración todo el mundo estaría borracho durmiendo en cualquier parte.

     Salí de la habitación que ocupaba en la Casa Comunal y me quedé petrificada bajo el dintel. Nuestro líder y mi prima se estaban besando de forma apasionada como si fueran ellos los que se hubieran casado en la jornada anterior. Se devoraban como si no hubiera un mañana. Yo me escondí detrás de la enorme mesa tratando de pasar inadvertida.

—Me tengo que ir, nena—afirmaba él con una voz que jamás le había oído—. No queremos que Bestla despierte y nos vea. Se lo podría contar a Asger. Para...—le pidió deteniendo la mano de Weth antes de que se colara en sus pantalones—. Cuelga la sábana en la ventana para que todos la vean.

—No debería hacerlo—dijo ella con dolor—. Mi matrimonio es una farsa y ambos lo sabemos. Me has casado con Knutt a sabiendas de sus inclinaciones. Conoces algo de él que permite que te obedezca a ciegas... Cariño, tú y yo estamos enamorados. ¿Por qué me has hecho esto? No sabes lo mucho que te odio ahora mismo.

    Nunca había oído a Weth llorar por algo. Ella era la chica más fuerte y orgullosa que había conocido jamás. Por eso me afectó tanto oírla sollozar por él.

     Para ella nuestro jarl no era un capricho. Weth lo amaba de verdad.

—No llores, por favor. Me mata verte así. Ya lo hemos hablado mil veces. Tus padres no están de acuerdo. Asger no está de acuerdo. No creas que eres la única que lo está pasando mal. El matrimonio con Knutt es la única tapadera que te puedo ofrecer, amor. Es...

—Vete de una maldita vez, Balder. Ésta ha sido tu decisión. Nos podríamos haber casado sin que nadie te cuestionase porque tu palabra es ley. Estás dispuesto a pasar por encima de la decisión de mis padres para casar a Asger con Bestla y no tienes pelotas para pelear por mí. Vete y no vuelvas Balder. Jamás. Yo intentaré hacer que lo mío con Knutt funcione.

—Nena...

     Mi temperamental prima se había dado la vuelta y entrado en la habitación que compartía con su marido.

     Tras el incómodo momento me fui a ensillar a mi caballo. Necesitaba alejarme del poblado y pensar.

     Weth había sido bastante clara con Balder. Si su palabra era lo suficientemente fuerte como para obligar a mis tíos para que se me forme con skjalmö en lugar de ser una völva, entonces ella tenía toda la razón para protestar por la falta de agallas de su amado.

     Y, en ése caso. ¿De verdad estoy obligada a casarme con Asger? Supongo que mis sentimientos por él dan igual. Para Asger yo solo era su mejor amiga. Él prefería divertirse con las esclavas. Sinceramente no era algo que me molestara o me importara siquiera. Era solo que yo sabía que él no sentía absolutamente nada por mí.

     Por primera vez desde que conocía al jarl tuve más que claro que él no era tan sabio. También se equivocaba.

     Razón por la cual decidí formarme como völva. Si no estaba en lo cierto con sus sentimientos con respecto a Weth, tampoco lo estaría en cuanto a nosotros.



—Te estaba esperando, Bestla.

     Frey era nuestra adivina. Hija del  anterior sabio se ocupó de los designios divinos tras su repentina muerte.

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora