La Asamblea

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N.A: El thing era una asamblea de hombres libres en donde se dirimían asuntos de índole legislativa y judicial. Éste reconocía, entre otros, el derecho a vengarse directamente contra el agresor o contra un miembro de su familia. Éste estaba totalmente estipulada en sus leyes según el delito cometido (muerte o mutilación) así como la categoría social del agresor y de su víctima. Los delitos de sangre se solían compensar económicamente pero, algunos clanes para mantener su honor se inclinaban por darle muerte al agresor o a algún miembro de su familia. Y, curiosamente, en las sagas eran las mujeres quienes influían en sus maridos para que rechazaran la compensación económica y pidieran la venganza de sangre. Otras soluciones legales eran el Holmgang (combate a muerte) y el destierro.

Bestla:

El día designado para el thing había llegado con tanta celeridad que parecía como si los mismos dioses quisieran ventilar el asunto rápidamente y pasar a otra cosa.

     Aunque, se decidió que la Asamblea la conformara gente de la comunidad, lo cierto era que no llegábamos al mínimo legal requerido. Razón por la que se pidió representación de otros clanes. En su momento tanto mi padre, el jarl Olaf, como su sucesor, el jarl Balder, se dedicaron a entablar alianzas, no solo para mantener la paz en la zona, sino para casos como éste.

    Uno pensaría que iba a encontrar justicia entre su propia gente. Sin embargo, lo ocurrido hace casi un año con el jarl Balder me demostró que la voluntad de los vecinos era más maleable que la de alguien de afuera que no te conoce de nada. Tus vecinos te pueden condenar en función de si les caes bien o mal más que por el propio delito en sí.

     Y, sé muy bien que fueron muchos los que se creyeron la burda acusación de Weth y mis tíos como traidora al designio de los dioses solo porque ellos me dieron la espalda.

     Muchos aquí piensan que si soy traidora a mi propia sangre es más que razonable que también lo sea a la sangre de mi amado Asger.

     Pero, ¿Acaso la vida de Asger valía también la de su propio bebé?

     Una cosa era lo que me dictaba mi instinto materno que me gritaba que su vida era sagrada por encima de todas las cosas. Otra, muy distinta, era el tema legal. Y no dejaba dudas al respecto. Mi bebé aún no había nacido. Asger, su padre, no lo había mostrado a los demás como miembro de su propia familia. Esto significaba que el thing podía hacer con mi bebé lo que quisiera. Podían disponer de la vida que aún no le pertenecía. Si Weth lo quería matar junto conmigo, no había absolutamente nada que yo pudiera hacer.

     Llevaba prácticamente desde la noche en la misma posición sin dejar de pensar en cómo podría salvar a mi feil. Me sentía muy tentada a empuñar la daga que Asger me había regalado por nuestro compromiso y abrir mi propio vientre para sacarle de allí y que, al menos él (o ella) pudiera sobrevivir. Pero, al estar de casi seis meses no fui muy optimista del resultado de aquel plan.

―Estás completamente loca, Bestla Olafddøtir―dijo Rosta en cuanto le conté lo que pretendía hacer―. No pienso permitirlo bajo ningún concepto. No estás en condiciones para algo así. No dudo de tu agilidad, fortaleza y determinación empuñando un arma pero, ahora mismo no eres rival para nadie.

―¡RETIRA ESO! ―La señalé furiosa.

―Weth os mataría sin despeinarse y tú lo sabes, Bestla. Tienes el corazón de una berserker y ahora mismo necesito que tu cabeza esté fría. Por ti, por tu feil, por el honor de Asger.

―¿Qué hago entonces, Rosta? ―La miré con desesperación―. ¿Me entrego sin más? ¿Confío en que Weth nos perdone la vida? ¿Me das la certeza de que lo hará?

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora