La boda maldita

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Bestla:

Por fin me encontraba lo suficientemente recuperada como para dar el paso que Asger y yo habíamos estado posponiendo durante tanto tiempo.

     La estatua de su padre sería testigo junto con la del mío durante la ceremonia.

―¿Estás lista? ―Preguntó él ya vestido con los colores burdeos y sol de nuestro clan.

―No me puedo cerrar el vestido―me quejé dándole la espalda. Él se echó a reír pero, lo hizo de un modo que no me gustó nada―. ¿Te encuentras bien? ―Me di la vuelta de nuevo para mirarlo directamente a los ojos.

―Sí, Dama del Alba―le quitó importancia―. Vamos a casarnos antes de que nos "cacen" a los dos.

     Llevaba un precioso vestido turquesa de una sola pieza ajustado a mi cuerpo y de mangas largas. Sobre éste los colores burdeos y del sol de nuestro clan. Mi cabello recogido en una larga trenza gruesa con adornos florales.

     Tomé de la mano a Asger y ambos salimos de la Casa Comunal en dirección al altar ceremonial que habían levantado frente a la bahía. Los tambores y las voces de nuestra comunidad nos acompañaron en a lo largo del recorrido en el que Asger y yo nos íbamos haciendo un sinfín de promesas.

―¿Estás bien, cariño? ―Insistí al verlo sudar a pesar de que las temperaturas no eran especialmente altas ni de que él iba muy abrigado.

―Sí, nena. Estoy bien.

     Llegamos finalmente a nuestro destino. Rosta nos saludó y comenzó con la ceremonia.

―Bestla y Asger quieren agradeceros vuestra compañía en tan señalada ocasión. Todos les conocemos desde que estaban en los vientres de sus madres y... Jarl Asger ¿os encontráis bien? ¡Jarl Asger!

      Lo miré aterrorizada. Asger se había llevado la mano que tenía libre a la garganta y tiró con fuerza de la tela de su camisa destrozándola como si buscara aire. Entonces aterrizó de cara contra el altar de madera arrastrándome con él a tiempo que caía.

     Oí gritos de terror mientras yo intentaba averiguar si mi hombre estaba vivo. Acerqué mi cara a su labios justo cuando él exhalaba su último aliento junto con su últimas palabras.

―Os quiero―susurró y su cuerpo se quedó completamente laxo.

―¡UN HACHA! ―Pedí a gritos desesperada.

     Levanté la cabeza y me quedé de piedra al ver de pie delante de mí a mi prima, Weth.

―¿Qué haces tú aquí? Asger te desterró.

―Y, ahora está muerto, ¿no? ―Enmudecí de horror la verla patear el hacha que alguien acababa de depositar sobre el pecho del padre de mi bebé―. No ha muerto en honorable combate, ¿verdad? Ha muerto por haber contravenido el deseo de los dioses―dijo y me señaló delante de todos.

―Asger nunca le ha faltado el respeto a los dioses―Me enfrenté a ella poniéndome en pie―. Cualquiera que se atreva a decir lo contrario se las verá conmigo.

―Claro que él nunca le faltó el respeto a los dioses pero, tú sí, ¿verdad, Bestla? Ignoraste que ellos querían que te convirtieras en una völva y por eso han matado a Asger. ¡TÚ LO MATASTE! ¡ASESINA!

―¡ESO ES MENTIRA! ―Rugí furiosa como una loba a punto de atacar―. ¡ES MENTIRA! ¡MENTIRA! ¡DADME UNA MALDITA HACHA! ¡¡¡AHORA!!!

―No, mi querida Bestla. No. Tu has condenado a Asger a vagar por Helheim. ¡Tú!

Más allá de las Nornas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora