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Belladona había ignorado completamente los comentarios de Hermione sobre ella, aunque no se llevaba bien con la chica, ésta vez no se quejaría, haber dicho eso en clases fue de mal gusto y lo sabía muy bien. Se cruzó con Neville también, quien la miraba con el ceño fruncido, acostumbraba a ver su cara apenada, preocupada o de miedo, eso era nuevo, y le desagradaba. Neville era su mayor cargo de culpa, una que no le pertenecía, ella no tenía la más mínima culpa de lo que su padre hizo, sin embargo le era difícil aceptar eso cada vez que lo veía, quizás sería una persona más firme si sus padres hubieran estado con él, escuchó decir que eran personas magníficas, realmente era una pena.

Su abuela poco tiempo antes de morir le habló sobre su padre, cosa que nadie hacía, y sus cuentos parecían tan alejados de la imagen de un prisionero en Azkaban, quizás porque le hablaba de cuánto la amaba y, aunque no fue un embarazo planeado, fue feliz el día que ella nació. El vestido azul y plateado lo eligió su abuela decía que le recordaba a una camisa que su padre utilizaba, por los colores de Ravenclaw, su casa en Hogwarts. Ella murió cuándo la joven tenía tan solo cinco, muchos decían que era porque cada año le era más difícil sobrellevar su cumpleaños sin la compañía de su hijo, él había muerto en Azkaban, no duró ni un año ahí.

Se preguntaba si su vida habría sido mejor o peor con él en su vida. Su madre estaba viva, sin embargo ni una sola vez la había visto, su abuelo no lo permitía, y no estaba segura si la mujer accedió o alguna vez la intentó buscar. No quería realmente saberlo.

No tenía ganas de cenar, se había ido a su cuarto, sin embargo Winky, por orden de Theo que le habló en el comedor, le trajo la comida a la habitación. Fue incapaz de rechazar aquello, pero inmediatamente después se acostó a dormir.

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Historia de la magia le aburría, afortunadamente luego seguía Cuidado de Criaturas Mágicas, su favorita, así que eso le hacía tener un mejor humor. Su primera clase era con Ravenclaw, sin embargo ésta ya era con Gryffindor, al parecer ellos habían salido antes porque podía verlos ya hablando con Hagrid.

Alguien pasó su brazo por sus hombros, asumió que era Theo, pero al mirarlo notó que era Mattheo.

—Mi hermano y yo no somos muy buenos en éstos temas, agradeceríamos tu ayuda.

—No tengo problemas contigo, pero Tom...

—Jódete, me diste un sermón en el carruaje, ahora acepta tu responsabilidad —interrumpió el joven poniéndose a su lado.

—No es tan malo cuándo lo conoces más —lo defendió Matt.

—Creo que es peor —confesó sin importarle que Tom escuchara.

—Te aseguro que lo averiguarás —anticipó sin inmutarse, casi como si fuera una amenaza, sus ojos se clavaron en ella.

«Deja de meterte en mi mente» pensó mientras fruncía el ceño. El joven sonrió de lado sin responder.

Ella apartó la mirada ofendida. Tenía su mano en la cintura de Mattheo, una manera de corresponder el abrazo que él le daba mientras caminaban. Aunque no lo pareciera por sus pocas amistades, Belladona era muy cariñosa.

—Recién nacidos. —Escuchó decir a Hagrid—. Para que puedan criarlos ustedes mismos, como un pequeño proyecto de clase.

Se soltó del joven para poder llegar más rápido al lugar, ignoró las preguntas tontas de Malfoy, el idiota odiaba la materia y al profesor, eso lo hacía más odioso que de costumbre. En una caja vio unas especies de langostas pálidas y viscosas, había muchas patas en lugares que no sabían que podían salir patas, y sin dudas no estaba encontrando dónde tenían la cabeza.

SNAKESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora