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Belladona no había dejado de sonreír desde que llegó, y es que jamás se sintió tan feliz. Comía acompañado de su padre, uno que la amaba y que se había tomado el trabajo de cocinar para ellos; Winky se negaba a compartir la mesa porque le parecía excesivo para una simple elfina, sin embargo se notaba realmente agradecida por el pedido de su ama; Theo no conocía, fuera de Hogwarts, lo que era comer en una mesa llena, al igual que Belladona, él solía comer sólo, muy pocas veces su padre lo acompañaba; Mattheo se abarrotaba de comida y no paraba de hablar, como si tuviera miedo de jamás experimentar esa sensación de nuevo, ese sentimiento de tener toda una familia unida; Tom se mantenía al margen, como siempre, pero se lo notaba contento, ver a las dos personas que más le importaba felices era lo único que necesitaba para serlo él también; Barty pareció haber recuperado todo lo que pensó que había perdido, estaba en su hogar, con su hija, comiendo y haciendo chistes, era lo que él soñaba desde siempre.

Por la tarde, Belladona llevó a Tom hasta la biblioteca de la mansión.

—No hay nada sobre Artes Oscuras, pero te aseguro que hay muchas cosas interesantes —mencionó ella. Sonreía apoyada en el marco de la puerta.

—Gracias. Aunque no es necesario que me busques pasatiempos para que no me sienta solo porque estás con ellos, ¿lo sabes?

—Te gusta estar solo, así que no me preocupa eso. Quiero que te sientas a gusto aquí.

—Lo estoy —mencionó tomando su mano y haciéndola entrar. Cerró la puerta para arrinconarla contra ésta—. Tengo un cuarto propio, tu padre accedió a enseñarme cosas, puedo pasearme por dónde quiera, tengo un techo, comida, y una elfina dispuesta a proporcionarme todo lo que necesito y, fundamentalmente, tú estás aquí.

—¿Así qué estás feliz? —preguntó mientras pasaba los brazos por su cuello.

—Indudablemente. La novia de mi hermano está locamente enamorada de mí y a ninguno de ustedes dos le molesta. Sabía que eras indecente —musitó escondiéndose en el hueco de su cuello—, lo que no sabía es que era contagioso. Un año lectivo contigo y terminé metiéndome con mi cuñada —susurró contra su oído.

—Oh, pobre Tom, el noble e inocente Riddle que fue corrompido por una bruja cualquiera —se burló acariciándole el cabello.

—No cualquiera, la más hermosa y habilidosa de Hogwarts —musitó levantándola por las caderas. Ella se le enganchó en la cintura.

—En serio era contagiosa, hacerlo en la biblioteca si que...

—No lo haremos aquí, ni ahora —la interrumpió y le besó el cuello—. Solo quiero tenerte un segundo cerca antes de que te vayas al jardín con el otro par que realmente sí son indecentes.

Belladona soltó una risita y se abrazó más fuerte a él.

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Esa noche, el salón estaba encantado para que el techo se viera como un cielo nocturno lleno de fuegos artificiales, el piso se iluminaba alrededor de la persona que caminaba encima, había una larga mesa llena de aperitivos y postres.

—Es genial tener un traje propio y no uno prestado —mencionó Mattheo entrando con su hermano.

—Lo dices como si usaras trajes todos los días y fuera algo sumamente necesario.

—A Wolfy le gustan las fiestas, así que si va a hacer muchas es bueno estar preparado —aclaró mientras miraba el suelo, era divertido ver como sus huellas se iluminaban.

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