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Hubo un conflicto entre Tom y  Theodore debido a lo último que sucedió en la ausencia del primero. Sin embargo no llegó a mucho porque Belladona no lo permitió, insistió en que de una u otra forma ella pretendía llegar a la verdad, sin contar que prefería saber todo lo que ellos supieran o sospecharan.

Si no fuera porque ella sabía muy bien que necesitaba esa semana de descanso, hubiera ido en ese preciso momento a hablar con su padre. Quería y necesitaba saber todo sobre su existencia, conocerlo (de verdad) era algo que le emocionaba tanto como le aterraba. Necesitaba eso, saber que tenía a alguien, con eso ya podía, o intentaría, dejar de pensar en el abandono de su abuelo, en la porquería que era su madre. Eso era un poco de luz en su vida familiar.

¿Qué tan desubicado era agrandar su cama con magia para dormir con Theodore y Mattheo a la vez? Quizás demasiado para los estándares de cómo se crió, hoy eso era lo que menos le importaba.

Aunque Belladona estaba exenta de asistir a clases, era la única. Así que esa mañana de mitad de semana, a pesar de que no querían, Theo y Matt se habían levantado temprano para ir a clases.

La joven sentía que poco a poco las cosas volvían a una cierta normalidad, una que la hacía sentir anímicamente mejor. Se acurrucaba en la cama casi vacía, ya que Liefde se había echado a su lado hace una hora, hasta que sintió que abrieron la puerta.

—¿Olvidaste tu corbata? —musitó asumiendo que era Theo, ya que sino el cachorro habría saltado a recibir a Matty. Cuando vio que el que salió volando era Nox, se giró para mirar a la puerta—. Tom, ¿qué haces aquí?

Riddle acarició la cabeza del ave que se había posado en su hombro antes de responderle a Belladona que ya se estaba sentando en la cama.

—Necesito que te quites eso —respondió ignorando su pregunta.

La joven bajó la mirada hasta lo que él parecía mencionar: su camisón verde oscuro. Nox, al parecer entender lo que decían, prefirió volar hasta la puerta, se apoyó en la manija haciendo que se abra y ululó llamando a Liefde, el cachorro correteo siguiéndolo, lo más probable es que se irían al cuarto de los chicos. Tom cerró nuevamente la puerta con magia.

Belladona se levantó, sonrió (cosa que últimamente pocas veces hacía), y sin rechistar deslizó las dos tiras por sus hombros dejando caer la prenda hasta el suelo. La joven disfrutó lo que provocó en él, Tom había perdido todo su temple de aparente indiferencia, sus labios se habían separado un poco, había abierto los ojos de par en par mientras recorría todo su cuerpo sin poder evitarlo, su cuerpo se veía ahora tenso y su talón estaba levemente levantado, parecía que había querido caminar hacia ella, pero el poco autocontrol que le quedaba lo hizo detenerse.

—No tienes ropa interior.

—No, no la uso al dormir —respondió con tranquilidad, una que al joven le faltaba.

Belladona sabía muy bien que lo que el Riddle esperaba ver era el maleficio en forma de serpiente, pero jugar un poco con él no le haría daño a nadie.

Tom intentó formular una oración, falló casi tres veces hasta que se dio por vencido. Intentaba mantener su vista quieta, específicamente intentaba mirarla a los ojos, pero le era imposible, necesitaba recorrer todo su cuerpo y memorizar cada centímetro de piel, sabía que había cosas más importantes, como esa maldita serpiente, y bueno, la idea de ser un hombre medianamente decente la había perdido hace rato.

Respiraba con pesadez y, aunque había logrado mantenerse quieto, no fue capaz de alejarse cuando Belladona se acercó a él. Estaban a escasos centímetros, y la poca distancia entre ellos fue lo único que logró hacer que la mirara a los ojos.

SNAKESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora