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Tom daba vueltas por su habitación ansioso como pocas veces se lo veía. Nox que lo había seguido lo miraba caminar y caminar, hasta que ululó con fuerzas para llamar su atención tan irritado como él.

—Oh, estás aquí —musitó acariciando su cabeza.

El ave estiró la pata hacia él, en sus garras había un papel arrugado, casi roto, por la manera en que Nox lo había tomado de la habitación antes de ir con él.

—Robar no es un acto honesto —comentó con cierta diversión mientras tomaba el objeto.

Era una foto, en ella se veía a dos jóvenes con una bebe en brazos, por supuesto estaba encantada y se los veía moverse. No había mucho ciencia en eso, la bebe evidentemente era Belladona, al joven lo reconocía del recuerdo del chocolate, era Barty Crouch Junior, el padre de ella, y por descarte la mujer era su madre, ella no se veía tan interesada en la niña, no como su padre que la acunaba y la intentaba hacer ver a la cámara.

 No había mucho ciencia en eso, la bebe evidentemente era Belladona, al joven lo reconocía del recuerdo del chocolate, era Barty Crouch Junior, el padre de ella, y por descarte la mujer era su madre, ella no se veía tan interesada en la niña, no c...

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—¿Me quieres decir que debería buscar a su madre?

El ave batió sus alas errático, picoteo la mesa molesto.

—Bien, supongo que eso es un rotundo no.

Nox volvió a insistir con la foto.

—¿Quieres que investigue del pasado de su padre?

El ave se movió dudosa de un lado a otro, pero terminó por asentir con la cabeza.

—Sería útil que pudieras hablar, sin embargo me las voy a arreglar con eso —dijo y usó su varita («Reparo») para que la foto volviera a su buen estado. Luego volvió a acariciar la cabeza del búho.

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Belladona abrió los ojos despacio, estaba demasiado cómoda, tanteo con su mano a su alrededor y notó que estaba en su cama. Supuso que Tom la había traído, se sentó y miró cómo los doseles de su cama impedían el paso de la luz, porque no creía que hubiera dormido tanto como para que sea de noche. Metió la mano entre los bordes de las telas y las separó dejando entrar la luz.

—Despertaste —mencionó Mattheo desde la otra cama, estaba sentado junto a Theodore jugando a las cartas.

—¿Quieres jugar? —preguntó Theo.

Ella asintió con la cabeza y fue a sentarse con ellos sobre la otra cama.

Ninguno de los dos hizo preguntas sobre lo que le había pasado, sabían muy bien que no harían más que causarle dolor. Jugaron varias partidas, las cartas le explotaban al perdedor así que el cuarto se llenó de olor a pólvora, y bueno, a cigarrillos. Belladona había aceptado fumar con ellos, la verdad es que a ese punto le importaba un carajo lo que su abuelo podría pensar.

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