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El Príncipe Mestizo (parte 1)

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Las pesadillas la acosaron desde ese día, aunque intentara pasar todo el día estudiando hasta el cansancio para no pensar, al dormir todo volvía a ella. Si al menos recordaría los buenos momentos que pasó con Theo podría soportarlo, pero no. Recordaba claramente el momento en que murió, ese segundo cuando el maldito hechizo dio en él, cuando su corazón dejó de latir automáticamente.

Cada maldito detalle estaba en su mente.

Tom decidió que no podía dejar que las cosas siguieran así. Esperó hasta la noche, cuando Belladona se recostó sobre su pecho y al fin cayó en un sueño profundo, en ese momento entró en su mente y alteró el recuerdo de la muerte de Nott, ella merecía recordar lo que pasó, pero no era necesario que fuera tan gráfico, por eso en el nuevo recuerdo ella estaba a espaldas, ni siquiera escuchó el ruido cuando Theo cayó al suelo debido a tanto ruido de choques de hechizos, que no dejaban escuchar nada. Hasta que no la liberaron del maleficio que tenía encima, ella no logró ver a Theo, sólo escuchar cómo Mattheo gritó su nombre. También alteró su cadáver, para que pareciera dormido y no sin vida.

Las pesadillas no desaparecieron, pero para ella fue más fácil lidiar con ellas.

Había puesto todas las fotos de él o que tenían juntos en una repisa para verlo constantemente. Necesitaba tenerlo presente de alguna manera, no podía soltar tan fácilmente todo lo que él había significado para ella, probablemente jamás lo haría.

No había permitido tampoco que Theo tuviera un funeral junto a su padre, porque lo culpó casi directamente de su muerte. No se iba a culpar a sí misma por ser a quién iba dirigido la maldición asesina (nadie la había dejado culparse), pero si el señor Nott no los hubiera aprisionado así, nada habría llegado a ese extremo.

Consiguió traer todas las pertenencias que él tenía de la mansión que ahora estaba sin dueño, las agregó al cuarto que Theo tuvo en su mansión. Muchas veces se encerraba unas horas ahí, lloraba y luego se disponía a seguir con su vida como se lo había prometido. Mattheo a veces hacía lo mismo.

Lucius Malfoy fue a parar a Azkaban. Para Belladona eso no era suficiente en base a lo que él había hecho. Pero no podía hacer nada al respecto más que desear que los dementores le robaran cada respiro de calma que tenía y vaciaran su maldita alma a nada.

Por el lado de Joanne, ese había sido su último año, su idea principal era postularse para entrar en el Ministerio de Magia, pero después de lo sucedido con el mismo Ministro que negó la llegada de Voldemort hasta lo último, y hasta un punto había sido responsable de todo el horror que fue el año lectivo, entendió que el ministerio siempre sería corrupto de una u otra forma, y no quería ser parte de eso. Hasta tener en claro en qué trabajar, decidió hacerlo para Fred y George en los Sortilegios Weasley.

—El joven George Weasley envió una invitación para que visiten su tienda antes de comenzar el ciclo lectivo —avisó Winky mientras hacía aparecer la comida en cada lugar de la mesa.

—Harry, Hermione y Ron también irán luego de comprar los libros que les hacen falta. Quizás sería bueno que nos unamos —sugirió Tom—. Al fin y al cabo estaremos cerca.

—Sí, es una buena idea —respondió Belladona intentando sonreír, aunque poco lo parecía, nada comparado a como antes lo hacía.

—¿Decía algo de un descuento, Winky? —preguntó Mattheo.

—Ah, sí, decía que la ama Belladona podía tomar lo que quisiera de manera gratuita. Pero eso no los incluía a ustedes dos, lo aclaró al final —mencionó la elfina mientras le acercaba la invitación.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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